Sonia Rocío De la Portilla Maya * smaya@umanizales.edu.co
En los últimos años, se ha visto un notable incremento en la presencia de mascotas en la vida familiar moderna. Se ha demostrado que la interacción animal doméstico-hombre representa beneficios psicológicos, físicos, terapéuticos y sociales. Considerando al ser humano como un ser social por excelencia, entre sus necesidades básicas se encuentran: la compañía, la comunicación y el afecto. Sin embargo, las actuales condiciones de vida, han venido aislando a los individuos entre sí dando como resultado: sentimientos de soledad, carencias afectivas y hasta cierto vacío existencial.
Cada etapa del ciclo vital, reclama un nivel de desarrollo emocional, a partir de la interacción con un interlocutor empático. El niño pequeño, por ejemplo, llama la atención del entorno y de sus seres queridos, buscando despertar su interés y una respuesta interactiva, que le retorne un reflejo de sí mismo, favoreciendo el auto concepto y la construcción de la seguridad básica.
En la etapa escolar, necesita compartir sus juegos, socializarlos, demostrar sus destrezas y de esta manera crecer en aceptación y auto confianza.
El adolescente, necesita descargar sus tensiones sin ser juzgado, expresar sus emociones en un terreno neutro, preservando su intimidad, su individualidad y autonomía.
El adulto, necesita sentirse útil, productivo, amado, admirado, protegido y protector, entre otras cosas. Y el adulto mayor, necesita cuidar y ser cuidado, compartir la síntesis de su sabiduría, volver a la sencillez y la alegría de la infancia. Y en cada etapa, la mascota juega un importante rol complementario y hasta reparador en la dinámica familiar.
Reconocidos estudios señalan igualmente la utilidad de la terapia asistida por animales. Es así como en Suecia, Estados Unidos, Australia y Europa, se han dictado leyes que permiten la residencia de animales con fines terapéuticos, en viviendas donde no eran permitidos, contribuyendo a la rehabilitación de personas con discapacidad física o psíquica.
Ante ciertos episodios de depresión, estrés, duelo y aislamiento social, las mascotas se convierten en un acompañamiento incondicional, aumentando la autoestima, el sentido de responsabilidad y cuidado, fortaleciendo los vínculos emocionales y los sentimientos de apego, necesarios para restablecer el gusto por la vida. No obstante, demandan tiempo, atención, cariño y cuidados. Recuerda que para la mascota, tú eres el líder de su manada. ¡No la abandones!
* Psiquiátra psicoterapeuta infantil y de familia – Docente de la Universidad de Manizales.
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