La violencia en las aulas escolares es un asunto que se ha vuelto cotidiano; peleas, insultos, chismes, golpes, amenazas, burlas, secretos publicados en redes sociales, fotos, videos, en fin, diversas formas de maltratar y provocar dolor. A estos hechos se les ha denominado: Acoso escolar, matoneo o bullying. Es un asunto de tanta actualidad, que cada vez hay más investigaciones y profundizaciones sobre este tema, que de manera desafortunada afecta a muchos niños, adolescentes y jóvenes en escuelas, colegios y universidades de todo el país, lo cual que impide que exista una adecuada convivencia en las aulas, además de involucrar a docentes, administrativos, padres de familia y cuidadores.
El 15 de marzo de 2013 se aprobó la Ley 1620 que trata acerca del Sistema Nacional de Convivencia Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar. Esta Ley contempla objetivos puntuales para trabajar en las aulas escolares a fin de prevenir e intervenir de manera oportuna en los casos de matoneo y acoso escolar.
Así mismo, dicha legislación afirma que todas las personas que hagan parte de la comunidad educativa deben conocer el Manual de Convivencia y las rutas de atención, y deja claro que los docentes deben formarse en este tema y aprender estrategias de intervención, lo que significa que el educador tiene una tarea primordial como mediador en momentos de violencia y acoso en los cuales los derechos de alguno de los alumnos se pueden ver atropellados o vulnerados.
En el diario El Pueblo del 8 de abril de este año, se afirma que uno de cada cinco niños ha sido víctima de matoneo en el país, cifra alarmante máxime si se tienen en cuenta las consecuencias que causa el vivir maltratado o acosado; estos actos provocan: aumento de la deserción escolar, depresión, ideación suicida y en algunos casos es tanta la angustia y el miedo que terminan en muerte. “Vivir amenazado, no es vivir” decía un niño de 10 años, que tenía una lesión en una pierna lo que le ocasionaba dificultad para caminar y al entrar o salir del salón las burlas se oían cada vez más fuertes. “...una vez, un profesor escuchó lo que me decían y dijo: ‘aprenda a ser hombre’, ese fue el apoyo que me dio”.
Es necesario saber que estas tensiones generan también somatización, por lo tanto hay que hacer seguimiento constante a las ausencias de los alumnos a las clases e indagar de manera oportuna qué está pasando y tener claro a qué instancia hay que recurrir según la ruta de cuidados, para poder brindar una atención rápida y eficaz.
En el acoso o matoneo, es importante saber que tanto la víctima, como los victimarios y testigos requieren atención; no se puede ir por la vida jugando con la salud emocional y física de los demás, aduciendo que los niños son crueles y que esos episodios, son etapas que se van superando; es esa una gran mentira que con la que generalmente se argumenta y que se da por verdadera y por ello no se interviene a tiempo, como ha pasado en casos conocidos en nuestro país. Por ello también es importante ilustrar con respecto a las sanciones que tales actos conllevan según lo estipulado en la legislación, pues muchas veces los agresores consideran que pueden hacer lo que quieran y que nada les va a suceder.
Aprender sobre este tema, generar espacios de discusión, enseñar pautas de afrontamiento, educar en valores sanos para la convivencia, aprender a respetar la diversidad, involucrar a padres, madres y cuidadores, sensibilizar profesores y directivas y finalmente invitar al resto de la comunidad a conocer las causas y consecuencias emocionales y físicas que generan estas situaciones hacen parte del proceso educativo y de prevención que se debe practicar y materializar con el fin de apostarle a una mejor interacción y un adecuado desarrollo psicosocial.
La violencia que comienza o se reproduce en las aulas, es una radiografía de la afectación emocional y mental de los niños, por ello las acciones educativas, de intervención y prevención deben ser constantes y no esperar a que ocurran hechos que tengan que lamentar tanto familias como instituciones educativas y sociedad en general.
Psicóloga
Docente Universidad de Manizales
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