La sociedad en la que vivimos ha tenido muchas transformaciones culturales y sociales, las cuales son cada vez más visibles en la familia, además de intervenir, de alguna manera en las relaciones entre sus integrantes.
Ramiro expresa: "hace un buen tiempo, mi esposa ha ido dejando de compartir conmigo las responsabilidades de cuidado de los tres hijos; la pequeña todavía está en el colegio. Ella manifiesta que ya están grandes y poco se entera de lo que les pasa y un día sostuvo que ella también tenía su vida y que yo como cuidador lo hacía muy bien".
Esos hechos le han tenido preocupado, hasta ahora las relaciones con los hijos se han mantenido con confianza y afecto, pero le asalta una inquietud. Formar parte de una familia con hijos, implica asumir diversas responsabilidades de cuidado, compromiso y protección, no basta con traerlos al mundo, se requiere el acompañamiento constante en diferentes esferas: afectivas, emocionales, académicas, sociales, económicas, normativas, éticas y también morales.
En este asunto no se puede afirmar: ‘Ya están muy grandes’, como una manera fácil de despojarse de toda responsabilidad.
A Juan, hablar de este tema, le produce cierta amargura, él dice que adora a sus hijos, siempre los ha cuidado con esmero y amor. De su esposa comenta: "ella se encuentra en la zona de confort, como que vive en otro mundo, las novelas, los masajes, el dinero, las amigas, la parranda, el internet, los centros comerciales, además todo el día le suena el teléfono, sabe poco de lo que pasa con los hijos y ellos tienen claro que no cuentan con ella’ esta situación lleva muchos años y aunque sabe que no es lo mejor para sus chicos, esa es la historia que entre todos han construido".
En palabras de Eva Illouz, en su libro La Salvación del Alma Moderna. Terapia, emociones y la cultura de la autoayuda: “La familia contemporánea se individualiza, su legitimidad pasó a derivar no de su contribución al orden social, sino de su contribución al bienestar personal de los individuos”. El asunto de la individualidad es muy complejo, en tanto fractura las relaciones de quienes forman parte de la familia y deja huellas fuertes como fruto de la indiferencia y la falta de amor y compromiso. El grupo familiar necesita del cuidado y compromiso de sus integrantes, cuando éste no se da y por el contrario se toman decisiones de manera particular sin que importe lo que piensan y sienten las personas con las que se convive, necesariamente las consecuencias se reflejan en la distancia afectiva y los vacíos emocionales que los hijos tratarán de llenar, aunque lo que elijan no sea lo más apropiado para ellos, ni para su proyecto de vida.
Ser papá cuidador es una elección que frustra y pule, que enseña y nutre, que sostiene y cultiva las relaciones, más aún cuando se tiene claro que con los hijos se siembra, se abona, aunque sean otros los que recojan la cosecha.
Psicóloga - Docente Universidad de Manizales
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