Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
En el Diccionario Manual de la Lengua Española (Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.), encontramos como definición de pobreza: Escasez de lo necesario para vivir, escasez de una cosa determinada, falta de calidad o valor de una cosa, falta de bondad y de generosidad en una persona o en sus sentimientos.
Esto encaja con diversas situaciones de vida; hay pobreza espiritual, pobreza emocional, pobreza afectiva, pobreza intelectual, pobreza moral, pobreza económica, en fin, la pobreza está en todas partes aunque se le disfrace o se le esconda.
También hemos escuchado una frase anónima que reza así: “Hay gente tan sumamente pobre que solamente tiene dinero”. Este tipo de pobreza se observa con mucha frecuencia en algunos escenarios.
Hay personas convencidas de que tener dinero es lo primordial y por ello se sienten por encima de los demás mortales. Consideran que su posición y posesiones los autorizan para maltratar, humillar, exigir y generar malestar por donde pasan. Observarlas es interesante, no caminan, se pavonean y siempre están llamando la atención, aunque lo hacen por medio de actitudes negativas.
Son personas que no tienen respeto al relacionarse y piensan que -desde su posición económica- pueden ejercer el poder para desvalorizar a los semejantes. Lo grave es que algunas ni siquiera nacieron en cuna de ricos y tampoco han trabajado para lograr sus ‘altos estatus’. Muchas ascienden, pero a través de los atajos.
Martín Seligman, investigador y profesor en psicología positiva, afirma: “Mientras más rica sea una sociedad, más atajos tiene”. Para algunas personas no importa el cómo, pero hay que conseguir lo que quieren sin escrúpulos, ni límites. Así se salta de un sitio a otro, sin mucho esfuerzo y se pierden las nociones de humildad y humanidad. A veces lo que importa es el tener, el acumular, el mostrar, el ostentar y, con estas actitudes, invisibilizar a sus semejantes.
Arcesio, hombre rico cafetero, educó a sus hijos trabajando el campo. Su hija menor profesional se casó y ahí, dice él, comenzó el calvario. Contó que el yerno va a la finca a ordenar con gritos y maltratos, que se cree con todos los derechos, que es altanero, despectivo y déspota y que no permite que nadie le diga nada, porque se pone como un monstruo. Arcesio comentó: “le hizo daño el cambio de estatus”.
Caben aquí las siguientes preguntas:
-¿Qué pasa por la mente de una persona que maltrata y humilla?
-¿Será que es incapaz de ponerse en los zapatos de sus víctimas?
-¿Qué hace que olvide tan pronto sus orígenes?
Con el dinero se pueden obtener y hacer muchas cosas, sin embargo, con el tener no se satisfacen las carencias internas que nacen de una autoestima baja, del miedo, de la falta de inteligencia emocional, de la inseguridad y de la ausencia de sensibilidad.
Los pobres valores que le acompañan a alguien así no se pueden comprar en ninguna tienda, por más sofisticada y moderna que ésta sea. Por ello es tan válido afirmar: ‘hay gente tan pobre….’
Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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