Fanny Bernal * fannybernalorozco@hotmail.com
El matoneo escolar es un asunto cada vez más complejo, dadas las consecuencias emocionales y físicas que origina en las víctimas y en sus familias.
A pesar de que en Colombia existe desde 2013 la Ley Antimatoneo, que crea el “Sistema nacional de convivencia escolar y formación para el ejercicio de los derechos humanos, la educación para la sexualidad y la prevención y mitigación de la violencia escolar”, hay estudiantes que siguen viviendo en las aulas escolares este flagelo y, además, afirman que sus quejas no son escuchadas, ni atendidas con el debido respeto.
El maltrato, repercute de manera inclemente en el desarrollo psicosocial del niño o joven que es blanco de desprecios, humillaciones, burlas y violencia física; el miedo y la inseguridad se apoderan de ellos y la vida se les torna difícil de asumir.
Jimena afirma que cuando se estaba poniendo el uniforme le daban ganas de desaparecer y, a pesar de que inventaba miles de excusas y dolencias, la obligaban a ir al colegio. El pánico se apoderaba de ella, tenía miedo de llegar y encontrarse con las del ‘parche’ que se burlaban de ella.
La indefensión, la vulnerabilidad y la soledad son factores que avivan las condiciones emocionales por las que atraviesan los estudiantes que viven el maltrato y la violencia escolar, situaciones en las que se llega hasta los empujones, las zancadillas, los cuchicheos, los sobrenombres, la exclusión, el robo o daños a los objetos personales, los chismes por las redes sociales, las cartas, las amenazas, los golpes, las extorsiones, las llamadas con insultos y las palabras soeces, además de, videos diseñados para ridiculizar, entre otros.
Las consecuencias emocionales para las víctimas son múltiples y diversas: baja autoestima, inseguridad, miedo, ansiedad, depresión, exceso o escaso apetito, bajo rendimiento escolar, síntomas que en ocasiones se exacerban, debido al impacto de los acontecimientos. Pueden requerir en algunos casos de apoyo de profesionales especializados en el tema, así como también, asesoría para los padres o cuidadores de los afectados.
Así mismo, es primordial apoyar terapéuticamente a los agresores, ojala desde que se tiene conocimiento de situaciones en las que están implicados. Es necesario estar alertas, debido a que estos niños y adolescentes tienen pobres límites y sus actuaciones disruptivas pueden llevarles a transitar caminos muy riesgosos, como consumo de diversas sustancias y alcohol de manera enfermiza. Algunos llegan a ejecutar actos delictivos más contundentes.
Es importante escuchar sus historias de vida para darse cuenta de que han vivido en condiciones donde la violencia y la agresión han estado presentes de manera significativa y han sido igualmente maltratados de diferente forma, sin embargo, ello no excusa ni justifica sus actos. Es vital oírlos para encontrar la raíz de sus problemas y enfocarse hacia la solución.
Por otra parte, los testigos viven su propio infierno al tolerar los actos violentos. Ellos se sienten vulnerables, debido a las amenazas y al miedo a recibir también maltratos, a que sean excluidos de algunas actividades o a no recibir reconocimiento por parte del mismo grupo.
Es importante formar a docentes, estudiantes y directivas en estrategias de afrontamiento, autocuidado emocional, fortalecimiento de emociones positivas y resiliencia, a fin de ayudar a vivificar y vigorizar no solo la promoción de la salud mental, sino la prevención del matoneo y la violencia, condición fundamental para una sana convivencia escolar.
* Psicóloga - Docente Universidad de Manizales.
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