Con frecuencia algunas personas se quejan porque están padeciendo altos niveles de estrés, causado por el automatismo y lo que se mueve en sus sitios de trabajo. Son muchas las razones para que se dé este agobio: fuerte presión por alcanzar logros y metas, largas jornadas laborales, conflictos personales entre compañeros o con los jefes, bajos salarios, pobre reconocimiento, en fin pueden ser múltiples las explicaciones de los funcionarios, que se encuentran en esta situación.
No puede dejarse de lado lo que cada ser humano lleva, cuando sale de su casa para ir a trabajar: rabias con la familia, problemas de pareja, conflictos con los hijos, maltrato y otros tipos de violencia, enfermedades de seres queridos, afujías económicas, trastornos de sueño, consumo de sustancias o de alcohol, enfermedades físicas, cirugías, muerte de seres queridos, separaciones, frustraciones en el proyecto de vida, miedo al presente, miedo al futuro, soledad.
Este panorama evidencia una cruda y delicada realidad que requiere intervención de manera especial; hay entidades que cuentan con profesionales para atender estos asuntos con alto sentido humano, que saben escuchar y brindar el apoyo, cuando la situación lo amerita, además de hacer seguimiento de lo que acontece cuando sea necesario.
Al respecto, Julián narra lo siguiente: ‘hace unos meses, mi madre falleció en un accidente y donde laboro me brindaron toda la atención, fueron solidarios y compasivos, lo que me ha facilitado sentirme mucho mejor.
Por otra parte, hay empresas en donde no existe nadie especializado para llevar a cabo estas tareas, las cuales recaen sobre el jefe, quien por lo tanto, debe ser solidario y humano, en los momentos difíciles y de dolor; para ello es importante que entre el dirigente y el subalterno exista no solo una excelente comunicación interpersonal, sino que el primero, debe saber gestionar oportunamente cualquier suceso que se presente y en lo posible hacerlo de manera ágil, pensando en el bienestar y la calidad de vida del afectado.
Teniendo en cuenta lo anterior, el cuidado emocional en los escenarios laborales no puede dejarse al azar, no es algo para negar, ni invisibilizar. En los sitios de trabajo en los que el nivel de estrés es muy alto por situaciones internas o externas, que se viven en la cotidianidad, el autocuidado y el apoyo emocional, deben formar parte de las agendas de las personas que direccionan las entidades, no basta con que la gente produzca y cumpla los horarios y las labores, el cuidado de su salud mental es una apuesta por el positivismo y la eficacia en el logro de la humanización, lo cual se verá reflejado en la eficiencia y el empuje de la empresa misma.
Mariana comenta que ella lleva dos cirugías este año y varias entradas a la clínica: “en ninguna de estas ocasiones he recibido ni una llamada de mi jefe inmediato, solo razones para que le haga llegar lo más pronto posible la incapacidad”.
Situaciones como éstas, invitan a reflexionar acerca del papel de los valores tanto corporativos, como personales, es difícil fortalecer el sentido de pertenencia con una entidad que no ve a sus empleados con respeto y consideración.
*Psicóloga, Profesora Titular Universidad de Manizales.
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