Esteban Jaramillo Osorio
LA PATRIA | Bogotá
La mejor medicina para la redención de una pena, dicen los expertos, es enfrentarla con valentía, asumiéndola, sin
escapar a la verdad. Quien airea sus culpas en público, da pasos agigantados para reencontrar el camino.
No lo hizo Blatter, acusado en el mundo del fútbol por corrupción, defenestrado y ausente, camino al olvido por su siniestra vida la que siempre negó. Tampoco Wílder Medina, goleador de quilates, manchada su imagen por su recurrente consumo de sustancias prohibidas; ni Maradona, quien machacó la pelota con su proceder.
Lo hizo Daniel Torres, hoy exitoso mediocampista del Alavés de España, luego de ganar títulos en Colombia con Medellín, Nacional y Santa Fe y ser convocado con frecuencia a la selección. El licor y la noche lo consumían, cuando encontró a Cristo y con él la paz y un nuevo mundo.
Lo hace Johan Arango, aunque sus testimonios dejan fisuras por sus recaídas constantes en el alcohol. Lo promete Dayro Moreno en su regreso a Colombia y a Nacional, como revulsivo para la Liga que busca atractivos, sin pescar aspectos negativos en sus antecedentes disciplinarios que pongan en riesgo su presente en las canchas.
En entrevista a La Patria, Jaime Córdoba recordó su calvario, cuando siendo promesa con talla mundial se hundió en el abismo por la falta de cordura en su comportamiento, lo que lo condujo al destierro futbolístico. Antes estuvo en Nacional, en América campeón, con posibilidades en el exterior. De regreso, después de larga y dura ausencia, y tras clamar por una mano amiga que le diera la oportunidad, Cortuluá fue su salvación.
Llega Córdoba al Once Caldas, con una idea distinta en su fútbol y en su vida, en el reencuentro de la madurez que por la turbulencia del pasado se le escapó.
Será un aporte valioso en el medio, como soporte clave en la renovación de una idea de juego en el equipo. Tiene condiciones, liderazgo, ambiciones y, de mantener la actitud de los tres últimos años, seguro va a rendir. No se trata de escarbar en su trayectoria, buscando lunares que pongan en duda su presente como jugador. Es el reconocimiento a su acto de contrición, el que no duda en hacer público porque de su ejemplo se puede aprender.
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Llega Córdoba al Once Caldas, con una idea distinta en su fútbol y en su vida, en el reencuentro de la madurez que por la turbulencia del pasado se le escapó.
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