Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
No coinciden, en las alturas, en Colombia, el ciclismo y el fútbol en estos días. El ciclismo con la lucha titánica, con la rivalidad sin limite, con jornadas interminables de esfuerzo continuo, con los celebrados triunfos y la gloria de sus protagonistas, para la felicidad de un pueblo.
El fútbol por sus resultados intermitentes, los vaivenes en el rendimiento de los ídolos, con sus altas y bajas inexplicables, disfrazadas en justificaciones pueriles, a las que hacen eco comunicadores subordinados.
El ciclismo no admite desfallecimientos porque la rivalidad es feroz. Quien se debilita pierde. El fútbol acepta todo tipo de maniobras y, aunque en ocasiones, relampaguean los triunfos, la insatisfacción de los aficionados es permanente. Sus resultados no son siempre la consecuencia de las tareas metódicas, bien diseñadas, preñado en ocasiones por maniobras truculentas. Son deportes pasionales ambos, que tantas opiniones radicalizan, con entusiastas confrontaciones que llegan al insulto. Todo tan típico en nuestro medio intolerante.
El ciclismo es un canto a la humildad; el fútbol a la arrogancia.
Nairo es música para el oído que traga kilómetros y consume montañas, con mensajes que calan profundo en medio de la hilaridad de los aficionados. Los ídolos futboleros aturden con sus genialidades de un día y se desmoronan en burdas acciones teatrales buscando justificación a sus caídas.
En el fútbol fluye el dinero con derroches, en el ciclismo el inclaudicable espíritu luchador de cunas humildes, con valores que pasan más por la gloria de los triunfos que por la ostentación permanente. El futbolista busca el mejor auto. El ciclismo la mejor bicicleta.
El futbolista a mujeres bellas, con incursiones permanentes en la farándula o en la frivolidad de la vida nocturna. ¿Cuándo han visto a un ciclista ensayando bailes, tras una victoria de etapa? No es posible porque han dejado en carretera el último sudor, el último esfuerzo... ya no hay fuerzas en el cuerpo y en el alma. ¿O explayándose en los plató de la tv, fanfarroneando son sus éxitos?
Que viva el fútbol que es pasión de multitudes. Pero, bienvenida esta camada de ciclistas al comando de Nairo Quintana que ha enloquecido el pueblo, con mañanas inolvidables, archivadas en la memoria por los relatos candentes y emocionados de narradores con imaginación sin limite, que hicieron mas grande la fiesta. Cuanto debe aprender el fútbol del ciclismo. Sobre todo si las habilidades no tienen cerebro y marcan el fracaso inevitable.
Que lindo y conmovedor el aplauso de Froome para Nairo después de la batalla titánica que ganó el boyacense. Saber ganar... saber perder.
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