Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Gracias Colombia por todo; por mi corazón a mil, mi garganta seca y el temblor en mi estómago.
Gracias por mi alegría infinita, por mi emoción al límite y mis lágrimas sentidas. !Qué bello estrés¡
Hoy sé que el fútbol es lindo a partir del deseo, cuando lo imaginario invade lo real y se convierte en un impulso incontenible: llegar a un título. Especialmente si un equipo, nuestro equipo, rompe moldes producto de su juego, con un goce constante, frenético.
Cómo no implicarse, entonces, en esta fiesta, en esta locura, en este mundo atrapante, si la mente divaga entre triunfos, copas, honores y multitudes, reservados para los campeones, “nuestros campeones”.
La Selección nos hizo vivir momentos inolvidables. Ansiosos todos, con la pasión a tope, estuvimos tres semanas cautivos de sus movimientos, sus fantásticas jugadas y su ascenso firme en el universo del fútbol, con admirado reconocimiento.
Imposible resultó pasar por alto cada uno de los cuatro triunfos, por el generoso despliegue y su propuesta ambiciosa apoyada en principios sólidos, con maniobras colectivas y toques limpios, que desencadenaban en goles maravillosos.
Se dice que por suerte o por desgracia la historia la escriben los ganadores. Colombia, en el Mundial, fue la excepción porque jugó con la mente, las piernas, con pulmones, con riñones y con fe. Con una riqueza de conceptos que justificó favoritismos; se vio serio y sólido en sus líneas y calo profundo entre los entendidos de todos los países que siguieron su paso sorprendidos.
Portada fueron las esplendidas tapadas de David Ospina, los goles certeros, el arte calculado lleno de fantasía en los movimientos de James Rodríguez y las gambetas con ritmo y alegría de Cuadrado, en una acabada demostración de equipo convencido de sus deseos y objetivos.
Selección atípica esta, no apta para engreídos, vacunada contra la invasión de egos que nos dominó en el pasado. Con la cabeza bien puesta hasta calar profundo en el pueblo que hoy, fuera del mundial, la ve agradecido.
Mes fantástico, lleno de fútbol, de Selección y de alegría. Con fanatismo de todos los matices para este equipo consentido y aplaudido que le rindió culto al espectáculo ante un país excitado.
Gracias equipo…gracias Colombia.
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