Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Para el Pecoso Castro el fútbol es pasión, es obsesión. Brillan sus ojos al hablar de la pelota y de los protagonistas del juego. Cuando dirige no permite, ni se permite, concesiones porque entiende que su tarea es aunar un equipo y proyectarlo, potenciando las virtudes de sus futbolistas hasta sacar de ellos el provecho máximo. Liderazgo puro. Sus grupos derrochan ganas, presionan, ahogan y tensan los partidos hasta agotar fuerzas y recursos.
Son 10 fechas sin perder con el Huila para coger vuelo, lo que da un aprobado rotundo a sus tendencias y estilo. Llegó al cuadro opita a invertir papeles, a sacarlo de la rutina destructiva que por irregulares resultados lo conducía a la condena y a la eliminación.
Pecoso es único. Explosivo a veces, sin control en el terreno de juego, conversador fuera de él, con ojos y oídos atentos al ruido del balón. Respetuoso de su círculo íntimo, con fuerte personalidad para defender sus derechos y principios, como en su época de jugador activo, cuando no brillaba por su técnica, pero sí por su tenacidad.
Detestado por una jauría crítica desbocada vivió su experiencia al frente del Once Caldas, hace siete años. Época de vacas flacas, preámbulo a la quiebra, cuando el dirigente de mayor exposición era un personajillo encorvado y sabelotodo, de mirada extraviada y pensamientos confusos. Vaya usted a saber por qué. El presidente Javier Germán Mejía, hombre probo, se debatía entre la vida y la muerte, alejado del fútbol, atacado por una enfermedad desconocida la que, por fortuna, logró vencer. Fue un equipo sin refuerzos, maniatado y a la deriva por la ausencia de recursos.
Pecoso es manizaleño con agallas. Como manizaleño y con agallas es Álvaro González Alzate, dirigente durante 50 años, en un mundo, el futbolístico, tantas veces envenenado, en el que prevalece el interés particular sobre el general. Justificado el homenaje rendido, por su liderazgo y representación, por su valorada permanencia en la federación y en Difútbol, por su espíritu combativo y la apasionada defensa de sus objetivos que son los del fútbol en general y caldense en particular.
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Pecoso es único. Explosivo a veces, sin control en el terreno de juego, conversador fuera de él, con ojos y oídos atentos al ruido del balón.
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