Esteban Jaramillo Osorio
LA PATRIA | Bogotá
El mismo día del cumpleaños del profesor Luis Fernando Montoya “preso en su cuerpo, pero libre en su espíritu”, el Leicester exalto la clase trabajadora para llegar a un título.
Algo, allá en lo profundo, conecta el triunfo del Once en Copa Libertadores, con la victoria, celebrada con unanimidad en el mundo del fútbol, del modesto club inglés en la Liga Premier.
A la gloria sin recursos apabullantes, sin chequeras repletas, sin saturación de figuras. A la gloria con el esfuerzo como premisa, con un juego descarado y atrevido, en la identificación de una idea, el compromiso del vestuario unido, respaldado por los resultados. Por ello lo de Montoya, por ello lo de Ranieri, siempre será reconocido.
Decadente este último, tras pasar por linajudos clubes, encontró acomodo en una liga que le negó la victoria en el pasado, de la que se marchó alicaído y derrotado. A su regreso se desentendió de diferencias económicas, con pequeñas inversiones, para darle vitalidad a sus objetivos.
Reclutó jugadores acostumbrados a la parte baja de la tabla, a deambular por equipos sin prestigio, regresó el optimismo a las tribunas y trituró a los grandes, para llegar a la cima.
Montoya, en nuestro medio, fue el gestor de una historia, en idénticas condiciones. No tenía figuras. Pero había hambre de triunfo, pasión sin conformismo y decisión con esfuerzo. El inolvidable Once Caldas de Copa.
Cuántas lecciones deja este episodio futbolero. Cualquier modelo, cualquier estilo de juego, es válido para llegar al triunfo.
Montoya y Ranieri no fueron de elaboraciones largas, ni cadencias de pases interminables. No dieron prelación en sus actuaciones a los derroches técnicos. Lo fueron de fútbol directo, sin pausas, con repliegues rápidos y contragolpes fecundos. La contracultura del fútbol deseado y aplaudido.
Demostrado queda que no siempre las rebosantes cuentas bancarias hacen campeones, que la elección de futbolistas como refuerzos pasa mas por sus aportes y proyecciones y no por sus trayectorias, por deslumbrantes que estas resulten.
El Once Caldas de hoy es la antítesis de aquel pasado inolvidable y encantador, acosado por los recortes financieros y confundido por la debilidad de su nómina y los pobres resultados.
Feliz cumpleaños profe Montoya. Con usted la clase obrera del Once Caldas llegó al cielo, en jornada inolvidable. Su historia tiene relación directa con Leicester, lo que lo hace más grande.
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Demostrado queda que no siempre las rebosantes cuentas bancarias hacen campeones, que la elección de futbolistas como refuerzos pasa mas por sus aportes y proyecciones y no por sus trayectorias, por deslumbrantes que estas resulten.
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