Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Se perdió el año. Los resultados, la posición en la tabla y el fútbol expuesto, lo dicen todo. No hubo acierto en los jugadores contratados y los entrenadores nunca pudieron encontrarle un camino de salida a la falta de calidad que la nómina tenía. Sin buenos jugadores no hay equipo.
El trabajo realizado y sus consecuencias en las tablas, en la memoria pasan de largo. Ya no es el Once Caldas que en el pasado movía los cimientos del estadio con las emociones del aficionado.
Se sabe que no es gran negocio una eliminación, pero ante el hecho consumado surge la obligación de darle cuerda a un nuevo proyecto, con evaluación en justa medida de las debilidades y necesidades deportivas.
Tiempo ha tenido el entrenador para conocer el plantel de jugadores y entender qué agujeros negros hay. La llegada de Mateo Cardona y Jerry Ortiz es alentadora. Ambos, buenos jugadores, pueden aportar juventud y capacidad, tan necesarias para refrescar el equipo. El ascenso de Sergio Román, prometedor portero, ante el adiós de Juan Carlos Henao, también se ve con buenos ojos. Johan Arango, en su eventual retorno, es motivo de dudas para el entrenador, dada su conducta extra juego y aún no se conoce una decisión sobre su futuro. Falta que ha hecho. Necesarios son dos marcadores de punta, dos defensores centrales, un volante de contención y delanteros con gol, como prioridad. Aunque aún no cuaja es conveniente mantener a Viveros, ampliando su cesión en préstamo, por lo activo y desequilibrante que es en las orillas del campo, siempre y cuando se le corrijan movimientos inútiles a su juego. Es tarea exclusiva del entrenador.
La salida masiva de futbolistas, que a ninguno sorprendió, es consecuente con su bajo aporte en el juego. Por falta de compromiso varios allanaron el camino del despido.
Por último, para manejar una intención distinta en la proyección deportiva del Once Caldas, necesario es expulsar del entorno a los empresarios vividores que piensan en sus bolsillos mas que en el bienestar del club. Como aquel que a comienzo de año trajo a Manizales a un jugador llamado John Rendón, con documentos adulterados. Jugó con el equipo titular varios partidos con el riesgo reglamentario que esto traía. Me refiero a los representantes de futbolistas, no a los propietarios del club como maliciosamente se ha querido interpretar.
Pregona la Dimayor su propuesta de anular los promedios para el descenso a partir del próximo año, lo que aún no cuenta con el consenso de los clubes. De aprobarse, aprieto grande para el Once Caldas de persistir en la irregularidad de las campañas. Un mal año como el presente lo pondría al borde de La categoría B. La fórmula actual de sumar puntos en los tres últimos torneos, lo tiene en el intermedio de la tabla sin apuros.
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El trabajo realizado y sus consecuencias en las tablas, en la memoria pasan de largo. Ya no es el Once Caldas que en el pasado movía los cimientos del estadio con las emociones del aficionado.
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