El Aguardiente Antioqueño empezó a inundar los supermercados, estanquillos, tiendas, bares y discotecas de Manizales y Caldas. Hainiciado la apertura de licores con Antioquia, impulsada por el suspendido gobernador Guido Echeverri y el gerente de la Industria Licorera de Caldas, Luis Roberto Rivas, en medio de los afanes, el secretismo y la falta de estudios.

Quienes nos hemos opuesto a este negocio no lo hemos hecho por considerar que la ILC no deba abrir nuevos mercados, ni porque pretendamos suprimir la competencia que existe en el sector. Lo hemos hecho porque el de Antioquia es en particular un pésimo negocio para Caldas, toda vez que este departamento es un contendor directo, es dueño de la principal empresa pública de licores y posee enormes recursos que pueden rezagar nuestros productos, como ha sucedido en la Costa y el Eje Cafetero, donde pasamos de ser los reyes del aguardiente a ocupar los últimos lugares en ventas.

Y es que la capacidad para competir no tiene que ver únicamente con estrategia, planeación, creatividad y “buena vibra”, como lo han planteado el Gobernador, el Gerente y algunos funcionarios de la ILC, aspectos en los que por demás también nos ganaría la Fábrica de Licores de Antioquia.La competitividad es resultado de la fortaleza comercial y financiera, y en ese ámbito la desigualdad entre empresas es abismal: mientras la empresa antioqueña obtuvo utilidades en 2014 por 247.000 millones de pesos (Estado de resultados administrativo comparativo FLA, 2014), la industria local percibió ganancias por 2.500 millones de pesos (Informe de Gestión ILC, 2014). Esto significa que la diferencia es 99 a 1, ya que por cada peso que gana anualmente la ILC, su adversaria gana 99. Es como poner a jugar al Barcelona contra el equipo de fútbol del Jardín Infantil Manitos Creativas, aunque no faltara quien diga que es una competencia de igual a igual porque ambos equipos tienen once jugadores, hay un balón y las reglas son las mismas para ambos.

Además de la asimetría, el principal riesgo de la apertura reside en la forma en que se está exponiendo al Aguardiente Cristal. Mientras la ILC entra al mercado antioqueño sin amenazar ninguno de los productos de la FLA, ya que allí venden el 36% de su aguardiente y el 50% de su ron, Antioquia ingresó con el Aguardiente Antioqueño a Caldas, donde se vende el 87% del Aguardiente Cristal, es decir, al departamento que determina la vigencia de este producto. Los más cínicos han planteado que no importa que deje de existir la marca Aguardiente Cristal porque lo que se pierda será recuperado con las ventas de Ron Viejo de Caldas en Antioquia, ignorando la historia de más de 50 años de Cristal y que el consumo de licor en Colombia, contrario a elevarse, se ha ido reduciendo en los últimos años, pasando de un consumo per cápita de 7,8 litros en 2002 a 6,2 litros en 2015 (Organización Panamericana de la Salud, 2007, 2015).

En dos semanas de apertura, Caldas ya empieza a experimentar lo que se vendrá en estos seis años de vigencia inicial del convenio. Grandes discotecas de la ciudad ofrecen 2x1 solo en Aguardiente Antioqueño, los supermercados disponen los mejores sitios para los productos del departamento vecino, la portada de este diario ya fue cubierta por publicidad de la FLA, camionetas Hummer recorren la ciudad en actividades de promoción y hasta el cantante Pipe Bueno se sumó a la campaña. Esto sin contar prácticas desleales como la venta de Antioqueño por debajo del precio del Cristal en algunos establecimientos, situación que contraviene el mismo convenio, que prohíbe esto de forma expresa.

El Gobernador de Caldas y el Gerente de la ILC están obligados a hacer seguimiento y control, e incluso a terminar este convenio si se comprueba que hay daños económicos y fiscales graves para Caldas. No es el Aguardiente Cristal el que debe ener los días contados sino las malas administraciones que siguen gobernando en beneficio de intereses particulares.