No me refiero, desde luego, al Castellano, sino al órgano muscular que sirve para articular sonidos con la voz. La que utilizamos para enamorar, decir palabras hermosas, apasionadas o airadas. Para hacer reír o llorar, disertar, discutir o argumentar. Pero también la que nos puede hacer quedar mal, meter la pata, cometer errores, dañar honras y virtudes, incluso delinquir. La lengua, también la escritura, debe estar sometida por la razón, pero no siempre se logra. La pasión, el odio, en general los sentimientos pueden llevarnos a decir o expresar lo que debíamos callar.

También el afán por sobresalir, por destacarse, esto es, la vanidad por no mostrarnos inferiores o decir siempre la última palabra nos lleva a olvidar que son muchas las ocasiones en las que es preferible guardar silencio. Si, por desgracia, el actor ha ingerido bebidas embriagantes la posibilidad de errar se multiplica, de allí las grotescas escenas del "No sabe quién soy yo". También la arrogancia que les hace creer que son superiores o el poder que les lleva a exhibirlo en el lugar o momento equivocado.

El fútbol se rige por unos reglamentos que, es de Perogrullo, deben cumplirse así sea difícil, como el caso de las manos involuntarias o la falta de intención, o aquellos en que debe definirse si el balón traspasó íntegramente la línea final. Asuntos que el árbitro decide aún cuando luego siempre sean discutidos. Tampoco ayuda el fingimiento y la teatralidad con las que actúan los jugadores que simulan las faltas o las amplían hasta el descaro.

En la Copa América 2015 se han dado dos casos que resultan paradigmáticos: 1. El jugador Arturo Erasmo Vidal, el Rey Arturo para sus "fans", después de la hora en la que debía estar concentrado con la Selección de Chile, pasado de tragos estrelló su Ferrari, y como él mismo lo reconoció puso en peligro su vida, la de su esposa que lo acompañaba o la de algún tercero que hubiese tenido la desgracia de coincidir. No ocurrió ningún hecho dañino, solo los materiales. El caso, salvo lo que decida la justicia, no queda sujeto al reglamento del torneo, pero viola el reglamento de disciplina interna del equipo y la buena imagen del deportista, de su selección y del fútbol. El asunto se zanjó con un apresurado perdón de las directivas, del técnico y de la afición, previa aparición del futbolista con evidentes muestras de arrepentimiento y contrición que, no borran sus palabras en el momento de los hechos: "Si me detienes te vas a c….en todo Chile". Hay en el fútbol unas reglas tácitas que llevan a la afición y a los directivos a perdonar las malas acciones de los buenos jugadores. Yo oí a un dirigente, persona de bien, exclamar cuando expulsaron a Maradona por doping en el mundial de 1994: "Se tiraron la Copa" y todos conocemos ejemplos de jugadores que ingieren bebidas alcohólicas y, mientras rinden y sus condiciones siguen intactas, los directivos y técnicos se hacen los de la vista gorda.

Todavía los aficionados nos reímos con las anécdotas de George Best, extraordinario futbolista que siempre hacía alarde de su conducta: Un día buen le preguntaron si era cierto que había derrochado una fortuna en el licor y las mujeres, y respondió: "El 80% de lo que gané lo gasté en trago, mujeres y coches, el resto lo desperdicié". 2. El caso del hábil jugador brasileño Neymar quien, ya sabemos, en el partido de su selección contra la de Colombia se hizo merecedor de una tarjeta amarilla por una mano voluntaria y luego de finalizado el encuentro otra roja por un balonazo intencional al jugador Armero, acciones que le acarrearon una sanción de cuatro fechas. Desde luego, se presentaron voces de protesta por la sanción pretendiendo hablar en defensa del jugador hábil a quien se debía proteger, pero por ésta vez en la sanción se tuvieron en cuenta las acciones del jugador contra el árbitro y especialmente los soeces insultos contra el juez y los jugadores del equipo contrario (Mañana me llamas a pedirme perdón HP, o te quieres hacer famoso de mi cuenta HP, muy parecidas a nuestro "Usted no sabe quién soy yo"). Esto es, si acepta la aplicación del reglamento y se queda callado, le habrían aplicado dos o tres fechas y podría participar de una eventual final. Esta bendita lengua.