MARTHA LUCÍA GÓMEZ
LA PATRIA | MANIZALES
“Por lo menos este año me lo gasto en la pastoral del oído, como me dijo el nuncio”. Así empieza la entrevista monseñor Hency Martínez Vargas, nuevo obispo de la Diócesis de La Dorada-Guaduas, quien asumió el cargo el 4 de este mes e inicia hoy su primera Semana Santa en el Domingo de Ramos.
“Esta etapa depende de muchos factores, de que uno pueda estar en contacto con todos, conocer cada parroquia y cada sacerdote; a cada fiel es muy difícil, pero sí ver y oír cómo está y cómo va la Diócesis”.
Rige 48 parroquias, con una que está por conformarse, distribuidas en cuatro departamentos (oriente de Caldas, sur de Antioquia, occidente de Cundinamarca, norte del Tolima), y ya sabe que la gran mayoría son de Caldas.
Pedagogía del encuentro
- ¿Con qué expectativa llegó a la Diócesis?
Cuando el nuncio me llama, lo primero era suceder a monseñor Óscar Aníbal Salazar Gómez, un obispo que gastó parte de su vida e incluso su salud en el servicio pastoral a la Diócesis, casi por 20 años; tuvo que guiarla en épocas de mucho conflicto. Asumo para continuar lo que se está haciendo: el Plan Pastoral que es más o menos de cinco años y va hasta el 2020. Tengo que mirar cómo va, si está realizando lo que planteó y qué hay por mejorar. Ya el año entrante tiene que evaluarse para elaborar una segunda fase 2021-2026. Y otras cosas que hay que asumir de momento son la organización de la Diócesis con sus parroquias y comunidades, la parte administrativa, los problemas sociales.
- Los tiempos difíciles que le tocaron a monseñor Salazar los centró en el trabajo social, ¿seguirá esa línea?
Claro que sí, porque lo social es una línea fundamental del Evangelio; la doctrina de la Iglesia tiene la doctrina social, viene de la enseñanza del Evangelio. Dentro del lema de la Diócesis está lanzar las redes en nombre del Señor para construir la Diócesis de la Paz. El papa San Juan Pablo II dice algo muy bonito, la pedagogía del encuentro: tenemos que mirar el pasado con gratitud, aunque haya sido doloroso, triste y que dejó heridas no fáciles de sanar; pero hay que mirarlo no para quedarnos allá, hay que vivir el presente, asumir el camino por la línea del Evangelio, que es de reconciliación, de sanar heridas.
- ¿Cómo más aplicar la pedagogía del encuentro?
Salir al encuentro, mirarnos, dialogar, caminar juntos, ayudarnos, apoyarnos; ir a las periferias donde muchas veces está la realidad social dolorosa: el desempleo, la pobreza, las crisis ambientales. Incluso cómo desde el Evangelio podemos acompañar el ejercicio de la política sin ser partidistas, iluminar a quienes están en ese campo en sus propuestas y programas.
Para el alma y el corazón
- Su fuerte ha sido la docencia, la formación, ¿llega a la Diócesis a darle este enfoque?
Cuando a uno le dicen que ha sido nombrado obispo de la Diócesis de La Dorada-Guaduas el papa le recuerda que un obispo está puesto para tres cosas: enseñar, pastorear -o gobernar una diócesis- y santificar. Lo de santificar es que un obispo tiene que estar muy pendiente de las celebraciones, de la religiosidad popular, de evangelizar, de la vida espiritual, de la vida moral, de la preocupación por los sacerdotes y su integridad. Y enseñar es el magisterio de la Iglesia, el obispo debe conservar íntegro el depósito de la fe, que es lo primero que le confían.
- A monseñor Salazar le tocaron épocas de conflicto, a usted el llamado posconflicto, ¿cómo va a ser el aporte desde la Diócesis en esta fase del país?
La Conferencia Episcopal, que reúne a todos los obispos de Colombia, en asamblea toma decisiones. Es la Iglesia la que está comprometida a dar su aporte desde la fe, desde la enseñanza y desde la tarea evangelizadora a construir paz y reconciliación. Desde la Diócesis, como estoy en esta primera etapa de escuchar, de mirar, seguir implementando un camino de reconciliación, de reparación, acompañando como pastores a las víctimas y procesos serios.
- Es su primer Semana Santa en la Diócesis de la Paz, ¿qué mensaje va a dar para lograr ese anhelo?
Semana Santa es época fuerte de reflexión y de oración. El mensaje brota desde el misterio que celebramos, que es Jesucristo que vino al mundo a traernos la salvación y la paz y dio la vida por nosotros. El misterio pascual, corazón de la Semana Santa, es la pasión, muerte y resurrección del Señor, y en torno a este misterio giran todas las celebraciones. Celebramos lo mismo cada año, pero buscando con ese misterio y con el Evangelio que toque en nombre de Dios el alma y el corazón y nos ayude en las circunstancia actuales de la vida.
Cristianofobia
- La Semana Santa la toman muchos de vacaciones, ¿tiene que ver con la crisis de credibilidad en la Iglesia?
Parte de este entorno geográfico también es turístico, gente que hace turismo religioso y participa de alguna manera, pero en un plan relax, así como mucha gente tiene sed de Dios y la Semana Santa es un espacio para volver a encontrar sosiego y paz. El ser humano es libre. Acogemos y atendemos a todos y hacemos lo que nos corresponde: celebrar dignamente, dar un mensaje, acompañar espiritualmente, darles a las personas lo que el Señor nos pide; el mensaje, la paz, el reencuentro con Jesucristo, con su fe y con su vida cristiana.
- ¿Considera que a la Iglesia le ha faltado ser más abierta para atraer más fieles y no dejar que se vayan a otras religiones?
Alguna vez un periodista le preguntó a San Juan Pablo II si no le preocupaba que muchos fieles de la Iglesia Católica la estuvieran abandonando para pasarse a otros credos. Él dijo: claro que sí, y obedece a una crisis en la Iglesia, pero también a un mundo que se está empeñando en erradicar el cristianismo, una cristianofobia. Nuevas mentalidades y teologías que ejercen fuerte presión sobre los fieles. Pero el papa le dijo además que desde el Evangelio es más importante la calidad que la cantidad. Entonces dice uno, bueno, no se puede ceder tampoco al chantaje de tener que modificar la doctrina, las verdades de la fe, los sacramentos, el Evangelio, con el pretexto de que si usted no los cambia me paso. No podemos, con el afán de no perder fieles, como decía el papa Francisco, negociar y licuar la fe haciendo un brebaje para que cada uno se sienta a gusto; la fe no es eso.
Guardián del Evangelio
- ¿Qué está pasando con las vocaciones sacerdotales y de religiosas, que cada vez hay menos?
El Papa Juan Pablo II en una de sus exhortaciones ya hablaba de la crisis vocacional, que tiene varias raíces: la profunda crisis que está sufriendo la familia, porque la vocación a la vida sacerdotal tiene mucho que ver con la familia; los cambios del mundo, las nuevas formas de comprender la vida -a veces con una visión hedonista, individualista, simplemente comamos y bebamos que mañana moriremos-; los escándalos de la iglesia -muchos se desalientan y hay padres que les dicen a sus hijos que no se metan en eso-; la crisis de la educación, de las instituciones educativas se ha sacado muchas veces a la Iglesia, y la violencia. Pero aunque vivamos épocas de crisis, el Señor es el que sostiene, el que llama, el que elige, y a veces pasan cosas sorprendentes. Hay una cantidad de movimientos juveniles muy bonitos con sed de Dios.
- ¿Qué piensa de los cambios de la familia y de nuevas formas de relaciones entre hombres y mujeres?
Vamos siempre en comunión con lo que el papa Francisco dice con respeto a la libertad y decisión de las personas, pero teniendo también claridad en el pensamiento y la moral cristiana, sexual, de la vida, familiar; esos no son negociables con el mundo, la Iglesia los conserva sin meternos en el lío de entrar en una polémica en la que a veces nos quieren hacer entrar a la fuerza como para ver si soltamos el hilo de la fe y de la moral, tenemos que mantenerlo a pesar del costo social que implica que cataloguen la Iglesia como quedada, retrógrada. La Iglesia tiene su propia moral sexual, de la vida, de la familia que brota de los principios del Evangelio y uno de mis deberes es enseñar y ser su guardián.
Monseñor Martínez hizo la siguiente invitación para esta Semana Santa que se inicia hoy:
“La Semana Santa es ayuno y abstinencia, ser capaces de liberarnos de cosas que nos han creado dependencia, de hacer gestos de mortificación, que no es ponerse a dar rejo en la espalda, que ya sería un show macabro. Es haciendo cosas como apagar el celular y no prenderlo durante toda la Semana Santa, es privarse de seguir haciendo lo mismo; los vicios del alcohol, la droga, el sexo y tantas cosas que han convertido a las personas en esclavas. El secreto es dejarse conducir por el Espíritu Santo que Dios nos ha dado como bautizados, y si somos dóciles a ese Espíritu y nos dejamos guiar, viene la ayuda a nuestra adversidad a través de Jesucristo resucitado”.
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