CARLOS MARIO VALLEJO
LA PATRIA
Si la crisis que vivieron los manizaleños fue dramática cuando faltó el agua durante un mes, los habitantes de las veredas Santana y Banderas, en el municipio de Risaralda, atraviesan desde el 2012 un verdadero suplicio.
A pesar de que para esa época se implementó infraestructura para suministrar el líquido a través del Acueducto Regional de Occidente, esta se deterioró y terminó en el abandono. Actualmente, las cerca de 70 familias de ambas veredas deben racionar el recurso que les bombean durante una hora a la semana, situación que representa un tormento para los habitantes y un riesgo para la salud pública.
Las estudiantes del Instituto Francisco José de Caldas Érika Yuliana Valencia (de la vereda La Romelia, a media hora del colegio), Juanita Trujillo (de la vereda La Libertad, a 1 hora), Tatiana Cortés y Leydi Nallive Gallego contaron que muchas veces han tenido que aguantarse las ganas de ir al baño porque en la institución suspenden el servicio cuando hay escasez. Lo más crítico para ellas, dijeron, vanidosas, es que sin agua no pueden 'enrularse' un coqueto mechón sobre la mejilla. "Y así nos sentimos feas". Idéntica situación viven a diario los 120 niños de la escuela.
El coordinador del instituto señaló que tienen tres tanques de almacenamiento, pero con la sequía, no está alcanzando el suministro. "Ahora el tanqueo se hace solo una vez por semana y generalmente se bombeaba dos veces", contó el docente, a un lado de otro tanque en el que recolectaban aguas lluvias, y que hoy contiene una silla oxidada, una guadua y una telaraña polvorienta con huevos de araña e insectos muertos.
Una de las pocas habitantes con agua es Blanca Miriam Arias, de la Finca La Tribuna, gracias a que la recoge de un nacimiento. Allí estuvieron ayer sus vecinas Jenifer Alejandra y Johana Hincapié lavando la ropa, pues dicen que lo único que pueden hacer es recurrir a los vecinos.
Yesenia López debe hacer milagros para responder por la comida, el lavado de ropa y el aseo del baño. "Acá son tres niños, mi esposo, yo, y mi suegro que es un adulto mayor. Y agua no hay. Ese tanque de ahí está vacío. Y el poquito que tengo es para lavar una ropa. Y esperar que llueva", expresó.
Sobre la situación, el alcalde de Risaralda, Francisco Javier Pérez, explicó que hay dos bocatomas donde obtienen el agua, pero que con el verano se ha disminuido la reserva. "Hace muchos años construyeron una infraestructura y eso no sirvió. Hay unos tanques que no fueron utilizados. Invirtieron una cantidad de plata y nunca sirvió", aseguró.
"Esta es una de las solicitudes que le hemos hecho a Empocaldas. En todos los veranos se da esta problemática. Hemos ido a la zona con los profesionales de esa empresa para ver la viabilidad de llevar agua. Necesitamos que haya la voluntad", expresó el mandatario.
Juan Pablo Alzate, actual gerente, indicó que esa obligación no les corresponde. "No tenemos servicio en la zona rural. Esta es competencia de la Secretaría de Vivienda. Ellos no son usuarios de nosotros, aunque les hemos mandado a arreglar las bombas, asesorado y prestado herramientas".
LA PATRIA intentó comunicarse con el secretario de Vivienda, Álvaro Hernando Jiménez, pero no contestó su celular. Su asistente delegó el caso a la Unidad de Aguas de la Gobernación. Y si bien el alcalde Pérez sostuvo que "el tema de agua es prioritario", Ángela Quintero, jefe de esa unidad, explicó: "lo único que podemos hacer es decirles que el alcalde tiene que priorizar la situación en el Plan Departamental de Aguas para darle trámite".
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