LA PATRIA | Manizales
1964. A principios de ese año la familia Trejos Pinzón salió con sus corotos e ilusiones de la zona rural de Quinchía (Risaralda). Allí vivieron de cultivar caña y café. “Trabajábamos en pueblos administrando fincas”, rememora don Luis Trejos.
Estos trotamundos del entonces llamado Viejo Caldas llegaron a Calarcá en ese mismo año. Allí nació Hernando, tercer hijo de la familia. Luego llegaron otros cinco. “Mi hijo era como cualquier niño campesino colombiano: suave y trabajador”.
De niño Hernando combinaba estudios en escuelas rurales de Calarcá y Montenegro con labores del campo. Pasaba de las aulas a cañaduzales y cafetales.
En Circasia hizo sexto y séptimo. Se graduó en el Instituto Nacional de Armenia, ciudad a la que la familia llegó en 1988. Trabajar en construcción parecía ser su destino. Sin embargo, vio en la Policía otra opción. “Nos quería ayudar más y comenzó la carrera policial”.
Un hermano policía le ayudó a entrar a la institución, recuerda Alba Alicia Ocampo, quien era la esposa de Hernando Trejos. Se conocieron en Marquetalia, tierra de ella.
Las rutas
El traslado de su esposo a Arboleda a cumplir una comisión era motivo de preocupación. Hernando, en el fondo, presentía que las Farc preparaba el tan anunciado ataque.
La señora dice: “Unos días antes estuvo aquí en Marquetalia compartiendo conmigo y con la familia. Estaba muy alegre, Alicia tomémonos unos tragos, me dijo”.
Su esposo se despidió para regresar a Arboleda, donde Karina y sus hombres ya tenían lista la toma. “Pasaron unos días y yo pensé que era bueno ir a visitarlo, a pesar de que él me advertía que no lo hiciera”.
Sin embargo, ella decidió hacer un viaje sorpresa. En la madrugada del sábado 29 de junio, justo unas horas antes de la toma, perdió el bus escalera en el que iba a viajar.
“En el camino la guerrilla retuvo la chiva y si yo hubiera ido ahí y me descubren como esposa de policía, seguro la tragedia habría sido más grande”.
La toma y la muerte de Hernando Trejos Pinzón cumplen 16 años, los mismos que los gemelos Juan Pablo y Luis Fernando, los tesoros que dejó en manos de Alba Alicia, viuda de una guerra de 50 años que apenas termina.
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