JORGE IVÁN CASTAÑO
LA PATRIA | SAMANÁ
"Dígame que es cierto que en Samaná y en los pueblos del oriente de Caldas ya se respira paz y tranquilidad. Dígame que en las noches solo se escuchan los conciertos de los grillos y las chicharras y no el estallido de las metrallas, de las bombas, ni loscilindros. Cuénteme que ya no se escucha el ruido ensordecedor de los helicópteros ni el avión fantasma surcando los cielos. Cuénteme que ya la gente no se muere por las balas de la insurgencia o por los mal llamados falsos positivos..."
Eran las 3:00 de la tarde y el día se tornó caluroso, con un sol brillante que los ancianos aprovechan para asolearse en un colorido y tranquilo parque. La música se escucha desde cualquier rincón de la plaza principal.
Ahora los samaneños caminan tranquilamente a altas horas de la noche, mientras que en el día, el imponente templo, con sus puertas abiertas, invita a la comunidad a la oración para darle gracias a Dios porque reina la tranquilidad y la paz, imposible años atrás.
En el lugar ya no se dimensiona lo trascendental del silencio y la ausencia de las ráfagas y los cañones. Hoy solo la gente se preocupa por pagar el arriendo, el estudio de sushijos y vivir tranquilamente cada día. Los más viejos, que vivieron las masacres, los hostigamientos y la violencia, no pueden disimular sus rostros de regocijo desde que el cese el fuego les cambió la vida.
Historia de La Italia
Un anciano de unos 80 años, quien prefiere no decir su nombre, se sienta a mi lado en un escaño del parque. Mientras relata que no se ha vuelto a ver nada de violencia, recuerdala matanza de La Italia. "A usted no le tocó, está muy joven", dice.
¿Y eso cuánto hace?, pregunto. Su respuesta inmediata es: "hace tantos años que ya ni me acuerdo".
Después de un silencio, retoma su historia. "Aquello fue para mí un susto de proporciones bíblicas", sostiene. "Fue algo que me traumatizó y que nunca he podido olvidar. Fue un lunes hace más de 60 años. Yo estaba muy joven y manejaba una volqueta destartalada. Como de costumbre, pasaba a las 6:00 de la mañana por La Italiay vi algo raro. Los carros, más que todo las volquetas, estaban paradas, lo que se me hizo raro", asegura.
"Alcancé a ver unos hombres uniformados, pero de botas, por lo que de inmediato me dí cuenta que era la chusma, que estaba bajando a todos los pasajeros de los carros, y en medio de groserías los metían a estrujones en la pieza de una casa. Escuché algunos gritos y me llene de pánico".
Con algo de terror, el viejo recuerda que se metió en el cajón del sillín del carro. "No pasaron cinco minutos cuando escuché que dijeron: al piso hijue… llegó su fin...Abrieron la puerta y el hombre gritó a su compinche: se voló, busquen por debajo, miren bien", relata.
En medio de suspiros, el viejo sigue contando: "Yo estaba temblando y hasta me orinédel susto. Cuando ya no escuché nada, salí y empecé a correr como alma que lleva el diablo. Fue un milagro, porque esa vez acabaron con la vida de unas 30 personas, dándoles un garrotazo en la nuca", concluye el anciano.
- ¿Y sobre los diálogos de paz qué piensa?
"Bienvenida sea, ya aguantamos mucho. Espero que estos últimos años que me quedan los pueda vivir en santa paz" concluye.
Para Encimadas
Continúo el recorrido y llego al corregimiento de Encimadas, dos horas adentro de Samaná, en moto. Este es quizás de los más golpeados por la violencia. En la tienda comunal está Héctor Giraldo, administrador del negocio, quien me mira con algo de precaución.
Su historia la inicia recordando que allí en muchas oportunidades llegaron paras, guerrilleros y hasta el Ejército, lo cual generaba una zozobra que no les permitía vivir tranquilos.
Doña Magnolia, de 59 años, quien ha vivido toda su vida en Encimadas, sostiene que yaestá curtida de la violencia, por eso sueña que por fin haya paz en Colombia.
"Ellos hacían sus reuniones fuera de la tienda o en el patio del colegio, donde nos invitaban. Nos hablaban de todo", recuerda doña Magnolia, de 59 años. Ha vivido toda su vida en este sector y está curtida de la violencia. "A mi casa llegaban todos a pedir favores, que agua, que una cosa, que la otra... Nunca nos pasó nada, pero era una vida muy preocupante. Estábamos bien, cuando de un momento a otro se escuchaban los ráfagas, y de sobremesa los helicópteros disparaban, y el avión fantasma hacía lo mismo, eso era impresionante", recuerda.
- ¿Y ustedes que hacían?
"Pues ya nos habían dicho que cuando esto ocurriera nos envolviéramos en los colchones o nos cubriéramos, era terrible", repite Magnolia, al destacar que los niños lloraban cada que sonaba un disparo.
¿Y del proceso de paz que piensa?, "sería maravilloso que esto siguiera como está",concluye la mujer.
Llegó a los jóvenes
En el oriente de Caldas la violencia también toco a los jóvenes. Es el caso de Jhojan Danilo Hincapié, quien nació en Samaná. Tiene 18 años y es estudiante del grado 11 del colegio Encimadas, corregimiento de ese municipio. "Nací en 1998 sin saber que era lo que me esperaba en la vida,".
Destaca que en su familia eran cinco hijos. "Vivíamos con nuestros tíos, perdimos un hermanito que solo tenía 15 años, esto ocurrió cuando se paró en una mina que lo matóde inmediato. También perdí a dos tíos, que los mataron con una ametralladora, lesvolaron el cerebro delante de toda la gente y sin piedad".
Después de preguntarle por la paz, su semblante cambia. "Ojalá haya paz, aunque no creo mucho en los pactos que se hicieron. Todavía no sé si voy a votar o no", sostiene.
Pavimentada por la guerrilla
En un sector denominado Las Araucarias hay un caserío. Hasta allí llegué porque había escuchado que la única calle que fue pavimentada, fue obra de la guerrilla. Según relatan los vecinos, al parecer ellos detuvieron un carro cargado de cemento y arreglaron la calle.
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