Monseñor Aníbal Salazar, pacificó sin temor

Diana Lorena Gutiérrez y Adolfo Cortés

LA PATRIA | MANIZALES Y LA DORADA

Convencido de que cumplió con lo que Dios lo puso a hacer durante 19 años en la Diócesis de La Dorada-Guaduas, se irá monseñor Óscar Aníbal Salazar Gómez el próximo 4 de abril.

Nunca dudó que la tarea era hablar con guerrilleros y paramilitares, dirimir diferencias de la gente , abrirse a la comunidad, escuchar, y esto lo hizo sin sentir temor. La fuerza de Dios lo ayudó a enfrentar momentos de violencia y muerte.

Monseñor Aníbal tiene 76 años, de los cuales 53 ha dedicado al sacerdocio. A la Diócesis llegó como sucesor de Fabio Betancur Tirado (ya fallecido), quien fue promovido a la Arquidiócesis de Manizales.

Con ayuda Divina

En el 2016, monseñor Aníbal le solicitó a la Conferencia Episcopal Colombiana su retiro, quería dedicarse a la oración y a descansar. La respuesta la recibió el año pasado, aceptando su solicitud. Lo remplazará el sacerdote Hency Martínez Vargas, vicario general de la Diócesis de Málaga (Santander), quien se posesionará el 4 de abril en la Catedral Nuestra Señora del Carmen, de La Dorada (Caldas).

Monseñor se va con la conciencia tranquila. "Me voy porque a los 75 años uno debe renunciar, y ya tengo 76. Es justo que lleguen nuevas personas con nuevas ideas y otras formas de gobernar. No solo uno se cansa sino que el clero necesita tonificarse y nuevos aires. Habrá quien critique mi trabajo. Yo he hecho lo que el Señor me ha pedido".

Salazar Gómez agrega que ha tratado de vivir lo mejor posible y que a todo le puso buena voluntad. Destaca que en los puestos que ocupó siempre contó con la ayuda de Dios.

Tocó corazones difíciles

Su acción pastoral en Caldas sobresalió por su sencillez y disponibilidad para acompañar a las comunidades. Le tocó una época muy difícil, marcada por la violencia, en la que la guerrilla y el paramilitarismo hicieron de las suyas y entonces recuperar la devoción perdida no era tarea fácil. Sin embargo, este católico lidió con los gajes de su oficio y evangelizó como Dios manda.

Reitera que lo más difícil de esos días fue en julio del 2000, cuando el corregimiento de Arboleda fue víctima del frente 47 de las Farc con 19 muertos. Lidió con problemas de paramilitares, guerrillas y autodefensas.

Sintió miedo, pero lo afrontó. Recuerda que se fue caminando a Arboleda y en el camino hablaba con los guerrilleros. Otras veces tuvo que hablar con líderes paramilitares. Gente que lo conoció asegura que caminaba por las veredas haciendo esta labor.

Definitivamente esa toma y otros intentos de tomas en municipios de Caldas lo marcaron, pero él supo llegarle a la gente y recuperar la devoción de algunos. Cuenta que fue a buscar a la temida guerrillera de las Farc Elda Neyis Mosquera, conocida con el alias de Karina, que por años azotó a Caldas y al sur de Antioquia. Estuvo hablando con ella y cree haber tocado su corazón. "Ese es el oficio de uno", señala.

Pasó haciendo el bien

A este obispo católico, formado en el Seminario Mayor de Medellín y que ejerció su ministerio sacerdotal en la Diócesis de Sonsón (Antioquia) lo recuerdan por su gusto por estar con la comunidad: los jóvenes, los niños y los adultos.

Sor Uvaldina Tarazona Media, religiosa Dominica de Santa Catalina de Siena, dice que la presencia de monseñor ha sido y será una bendición de Dios para su Diócesis. "Sin importar distancias, caminos de herradura y tiempo nunca dijo no. Siempre muy atento y disponible a la comunidad. Dio ejemplo de vida y de santidad con su caridad, humildad y sencillez. Motivó permanentemente a los fieles a alcanzar la santidad personal. Se dio como verdadero pastor que sabe apacentar sus ovejas, y más a aquellas que de forma permanente buscaron en él orientación, confesión, liberación o sanación espiritual. Cumplió tres grandes funciones: enseñar, gobernar y santificar la Iglesia".

Un mediador

El sacerdote Nelson Alberto Buriticá Escobar, delegado Diocesano para la Pastoral Familiar y vicario episcopal para la Vida Consagrada y Religiosa, dice que la Diócesis de La Dorada-Guaduas es un territorio que ha sufrido de manera directa y cruel la violencia de las últimas décadas.

"Hemos tenido parroquias y comunidades destruidas, personas desplazadas y pueblos marginados, pero la presencia de la Iglesia siempre ha estado fiel y constante en cabeza de nuestro obispo monseñor Óscar Aníbal. Soy testigo de que ha sido un hombre comprometido con la labor social y pacificadora. En su humildad, sabiduría y sensatez ha sabido llegar y dialogar con grupos al margen de la ley y mediar en liberaciones de personas. Ha viajado por todos los rincones de la Diócesis, sin temor alguno, anunciando el mensaje liberador de Cristo Jesús, llevando amor y esperanza a las comunidades".

El delegado diocesano define a monseñor Aníbal como un hombre sereno, tranquilo y muy humano. “Es un papá con los sacerdotes, compasivo y generoso. Siempre se ha mostrado comprometido con el desarrollo social y los procesos de reconciliación y paz, prueba de ello es que tenemos aquí en la Diócesis el Programa Desarrollo para la Paz del Magdalena Centro (PDPMC); una pastoral social fuerte y bien estructurada, con Escuelas de Perdón y Reconciliación (ES.PE.RE.)".

Concluye que monseñor es un excelente ser humano, muy espiritual y un buen pastor. Le agradece su presencia, cercanía y su testimonio, entrega y fidelidad al servicio del Señor y de la Iglesia.

Datos personales

-Nació el 21 de septiembre de 1942, en El Santuario (Antioquia). Es el mayor de cinco hermanos.

-En abril viajará a Medellín para estar con su familia, en su casa paterna, y descansar un buen tiempo.

-Le gustaría dedicarse a ayudar, prestar servicio en la Arquidiócesis y confesar en las parroquias.

-Su vida religiosa se la debe al ambiente cristiano que se vivía en su niñez. "El que anda entre la miel algo se le pega", dice. De su pueblo, Santuario, hay por lo menos 70 sacerdotes vivos, según él.

De cuna campesina

El sacerdote Nevio Alberto Gómez, primo en quinto grado de monseñor Óscar Aníbal Salazar Gómez, habló de él en sus inicios sacerdotales.

"Monseñor viene de un hogar muy cristiano en El Santuario, municipio de 40 mil habitantes y de los pueblos con más sacerdotes. Los orígenes de monseñor son de cuna campesina, familia humilde y de mucha espiritualidad. Se formó con monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, de la Renovación Carismática, y cuando murió se podría decir que el padre Óscar Aníbal recibió su legado de atender y escuchar las necesidades y las angustias de muchas personas en difíciles situaciones, pues su capacidad de entender a los demás es su mayor don.

"Su ministerio ha sido muy profundo. No ha tenido color político ni preferencias por nadie. Para él todos son iguales, vengan de donde vengan. Monseñor recorriómuchísimas veredas, seguramente se notará su ausencia y los que lo conocen se llevarán su recuerdo. Fue un enamorado de la Santísima Virgen María. Deja una Diócesis muy estructurada, con comunidad de religiosas y colegios parroquiales. Ha sido un pastor que se desgasta. Cuando el papa Francisco dijo: "hay que salir", monseñor hace rato lo hacía. Él es, si duda alguna, un ejemplo de vida".

Sacerdocio

Tras su ordenación, inició su ministerio pastoral como vicario cooperador en los municipios de San Carlos y El Carmen de Viboral.

A partir de 1977 fue miembro del Secretariado Pastoral y párroco de la Iglesia de San Antonio de Pereira (Antioquia). En 1980 pasó a ser vicario para la Pastoral Diocesana; en 1983, párroco de Granada; en 1985, de la Catedral de Nuestra Señora de Chiquinquirá de Sonsón, siendo además vicario Episcopal y, a partir de 1989, vicario General.

Carrera episcopal

El 28 de octubre de 1995, el papa Juan Pablo II le nombró obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Barranquilla y obispo titular de la antigua sede de Voncariana. Recibió la consagración episcopal el 2 de diciembre de ese mismo año, a manos del entonces obispo de Sonsón-Rionegro monseñor Flavio Calle Zapata.

Desde el 5 de junio de 1999 es el obispo de la Diócesis de La Dorada-Guaduas, que agrupa feligresía del oriente de Caldas, sur de Antioquia y occidente de Cundinamarca.