LA PATRIA | Manizales
El niño de los chistes, siempre sonriendo. Bajando a la escuela con pantano hasta las rodillas. Ayudando al papá a cortar caña y coger café. El joven soñando con estudiar, trabajar y una casa digna para sus padres.
Esto llega a la memoria de Ana Ofelia Gañán y su hijo Lubín. Ella, madre, y él hermano menor de José Albeiro Gañán, 1 de los 13 policías asesinados en la toma de Arboleda.
José Albeiro fue el quinto de seis hermanos, nacidos en la vereda Llanogrande del Resguardo Indígena de San Lorenzo (Riosucio), donde vivieron sus abuelos y padres.
La señora recuerda: “La casa era prácticamente de cartón. Mi esposo, José Medardo, era jornalero”.
Lubín añade: “Buen estudiante y visionario. Tenía chispa, pero gran carácter. Reinaba la paz. Los padres nos enseñaron valores. Así creció un buen hombre: mi hermano”.
José Albeiro se graduó en el colegio de San Lorenzo, adonde llegaba desde niño tras bajar 20 minutos por una trocha. La mamá dice: “Luego del grado hizo vueltas para la Policía, quería llegar lejos y ayudarnos. Se fue al curso a Tuluá”.
Última comisión
Al final del curso, pasó por cuarteles de pueblos cercanos y lejanos de su patria chica. Ascendió como suboficial.
Su primer traslado lo llevó a Puerto Lleras (Meta), donde conoció a Nancy, el amor de su vida, con quien tuvo dos hijos, uno de ellos actual patrullero. Allí la guerrilla atacó el cuartel, mató a un agente y secuestro a nueve, entre ellos Gañán.
“Si un día se toman el puesto donde esté, voy a combatir hasta morir”, sentenció luego de la liberación, tras 21 días de cautiverio.
Su destino final sería Arboleda, corregimiento amenazado por las Farc. Allí llegó en el 2000 para su tercera comisión. Reiteraba que algo malo iba a ocurrir. “Es la comisión más dura”, le dijo a Nancy. “Mientras esté vivo voy a luchar por la casita para ustedes”, le recordó a su madre en la última visita a Llanogrande. Envió tres cartas con versos a su esposa y dos hijos.
El 29 de julio del 2000 llegó la muerte, con metralla y pipas. Se llevó al niño con botas rumbo a la escuela, al ilusionado carabinero, al policía escalando peldaños. También al hombre de 33 años que construyó un hogar con Nancy y dos ángeles para la familia (Carlos Andrés y Mónica).
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