El toque secreto de doña Etelvina

VALERIA VILLEGAS

LA PATRIA | CHINCHINÁ

Desde que salen los primeros rayos del sol, María Etelevina Castaño se levanta para cumplir con la tradición de cada año: preparar con amor la natilla de maíz.

Después de tener cocinado el ingrediente principal, esta abuela, de 74 años de edad,se dispone a molerlo. Ahora agradece que no tiene que madrugar tanto como cuando estaba soltera e inició con la costumbre navideña que aprendió de su madrasta y de su suegra. “Desde hace dos años empecé a usar un motor para moler el maíz. Antes era con máquina y tenía que conseguir a alguien que me ayudara”.

Siete kilos de maíz ya listos se mezclan en la olla con agua, leche, canela, queso y panela, bajo el ardiente fogón de leña que se prendió en el patio de su vivienda, ubicada en el centro de Chinchiná.

Su esposo José Hugo Valencia también está listo para revolverla con un mecedor. Poco a poco la mezcla espesa y el anciano le pide a su hijo mayor que lo releve.

“Al viejo le encanta la natilla de maíz y a mi también. Cuando yo veo que ya están empezando ha hacerla los vecinos, me dan ganas y ya quiero hacer la mía. Además ellos me preguntan desde que empieza diciembre que cuándo la voy a repartir, porque dicen que es muy buena”, dice con orgullo doña Etelvina.

El día de la natillada, que como de costumbre es antes de la Navidad, la familia está presente y no puede faltar la música parrandera que anima el encuentro.

En el olvido

Según María Etelvina, la tradición de elaborar la natilla de maíz se ha perdido en los últimos años. Recuerda aquellas épocas cuando sus vecinas le llevaban su porción.Ahora ya quedan muy pocas, porque su preparación requiere de trabajo. “A la juventud de ahora le da pereza hacerla, además porque es más fácil preparar la de caja.

Ahora solo falta poner a freír los buñuelos para que la acompañen. Los que alcanzan a degustar el plato empiezan a deleitarse con el sabor de la Navidad al estilo de doña Etelvina.