Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | Manizales
Hasta hace tres días las llamas envolvían una franja de los 17 mil kilómetros cuadrados que tiene el Parque Natural Nacional Sierra Nevada de Santa Marta. Lourdes Peña, comandante del Cuerpo de Bomberos de Ciénaga (Magdalena) sabía que con su personal no podría dominar el fuego que ya se había comido cerca de dos mil hectáreas. Entonces, su voz de auxilio se dirigió a Caldas. Sabía que allí podía estar la solución.
La llamada la recibió, el jueves pasado, el comandante de Bomberos de Riosucio, capitán Óscar Mejía. Listo, dijo el también delegado por Caldas ante el Sistema Nacional de la institución. Listo, también dijo el sargento Hugo Velasco, quien quedó encargado de la misión. Y listo, respondieron 31 bomberos voluntarios del Resguardo Indígena de San Lorenzo y 6 de la cabecera municipal, entrenados para atacar incendios de montaña y para búsqueda y rescate en situaciones extremas.
El viernes la brigada emprendió el itinerario por tierra hasta Pereira, en avión hasta Santa Marta y caminando hasta una vieja escuela, que les sirvió como campamento base de operaciones.
Cerca de 2 mil 500 hectáreas arrasó la candela en la Sierra.
En la Sierra
Arribaron a las 7:00 de la noche. Sus cuerpos estaban agotados del viaje, pero su espíritu de servicio no quedaría tranquilo si dormían. Sabían que la casa de un hogar de la Sierra estaba en peligro. La familia afectada abandonó la vivienda al ver que se aproximaba el fuego devorador.
Para estos bomberos indígenas de las veredas San José, Blandón, Playa Bonita y Lomita está primero la solidaridad. Caminaron cuatro horas y lograron evitar que la casa terminara quemada. De su primera hazaña regresaron a la 1:00 de la madrugada del sábado. A las 6:00 de la mañana estaban firmes para evitar que la masa de candela siguiera acabando con el bosque, animales, y cultivos de maíz, cacao y café de la majestuosa Sierra Nevada.
El martes en la tarde, luego de cuatro días de labores, revisaron punto por punto para cerciorarse de que no quedaba humo ni candela: dieron el parte de victoria. Felices recibieron el abrazo de la capitán Lourdes y el agradecimiento de los habitantes de Ciénaga y de Magdalena. "De nuevo demostraron su gran espíritu de trabajo", concluyó la comandante.
Con el sargento
LA PATRIA habló con Hugo Velasco, quien lleva 16 años como bombero y estuvo al frente de los 37 hombres que apagaron el incendio en la Sierra Nevada de Santa Marta:
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¿Por qué entre los bomberos de Colombia prefieren a los de Riosucio para apagar grandes incendios forestales?
Porque tenemos una amplia experiencia en estas emergencias y búsqueda y rescate en alta montaña.
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¿Pero qué es lo que los hace diferentes a los demás?
Son el espíritu y la voluntad de trabajo. Ese contacto que tenemos con la madre tierra, que nos lleva a protegerla independiente de donde sea, a toda hora. No importa en qué parte del país sea y si el llamado es internacional también estamos dispuestos.
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¿Aparte del incendio en la Sierra Nevada y en el Parque de los Nevados dónde más han estado?
En Villa de Leyva, Nemocón, La Dorada y San José del Guaviare.
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¿Cómo fue el de la Sierra Nevada en relación con otros?
La diferencia fue sobre todo en las temperaturas. Nosotros llegamos de Riosucio donde el promedio es de 19 grados y en la Sierra hubo de 37, 38, 39 40 y hasta de 42 grados.
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¿Eso fue lo más complicado?
Sí, pero también que estábamos en una zona que no conocíamos, con una geografía bastante quebrada. Íbamos con dos guías, pero no eran suficientes porque nos teníamos que repartir en grupos. De todas maneras, tenemos la orientación que nos permite regresar al campamento base, luego de trabajar.
Estrategia
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¿En que consiste la técnica que les ha resultado exitosa?
Se llama ataque directo. Unos bomberos separan el material quemado y los otros de frente, lo más cerca posible, refrigeran las llamas y las atacamos con palas, azadón, machetes y equipados con gafas, tapabocas, guantes, cascos y las bombas de agua.
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¿Cuál fue el día más complicado?
Todos son días muy duros, el domingo inclusive trabajamos hasta la 1:00 de la madrugada. Luego llegábamos al campamento base en una escuela, que más que eso es una caseta, sin paredes, donde dormíamos en el piso, pero para nosotros lo importante era que quedara cerca del incendio.
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¿Alguien sufrió alguna complicación de salud?
Un joven tuvo un problema con lo que llamamos un golpe de calor, pero se recuperó.
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¿Y cómo le fue a la única mujer del grupo?
Ella es Wendy, una niña de 21 años muy valiente, quien soportó todas las jornadas.
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¿Qué sintieron al regresar a Ciénaga donde los recibieron con honores, como unos héroes?
Una gran satisfacción porque para eso estamos, para servir. Además, orgullo por la técnica que utilizamos en el terreno y por la disciplina de nuestros hombres, que es fundamental para esto. Gracias a Dios nos fuimos 38 de Riosucio y regresamos 38.
Selva y más selva por atravesar hasta llegar a las llamas.
En el avión, desde Pereira con rumbo a Santa Marta y luego a Ciénaga (Magdalena).
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