Karol Ramírez
LA PATRIA | Bogotá
Trepado sobre la cordillera central, al oriente de Caldas se encuentra Arboleda. Forman su paisaje 22 veredas que tienen como principal actividad económica los cultivos de café, caña de azúcar y la producción de panela. Su población es netamente agricultora con una pequeña parte dedicada al comercio. El área urbana es un caserío pequeño y acogedor entre las montañas que alberga solo la tercera parte de sus habitantes.
Este pueblo se instaló allí en el siglo XIX cuando la colonización antioqueña iba desde Sonsón hacia el sur del país, en busca de minas y nuevas tierras para cultivar. Quienes se anclaron en este pedazo de montaña, lucharon por obtener legalmente los títulos de las tierras, y solo hasta 1875 lograron la fundación de Arboleda, elevado a la condición de corregimiento de Pensilvania (Caldas), en 1907.
Los caminos de herradura, o carreteras de hace dos siglos, son huellas de la colonización antioqueña por nuestro país. Por estos caminos Arboleda desarrolló una importante generación de arrieros que al ritmo de un !arre mula¡ llevaban café y traían los productos más importantes para vivir: alimentos, ropa, enseres, madera, ladrillos y licor. Quienes vivieron los buenos tiempos allí,seguro tienen en sus oídos el eco de cuatro cascos contra el piso multiplicado por cincuenta mulas. También brillan sus ojos cuando recuerdan las cabalgatas hasta “La punta” (final del camino) y los paseos de olla a la orilla del río en la vereda La Torre.
Es un pueblo por naturaleza generoso, que en el dialecto caldense dirían amañador. En agosto se celebran las Fiestas del Arriero para rendir homenaje al legado de quienes dieron riqueza, alegría y orgullo a Arboleda. Hacen concursos de arrieros, llevan cantantes, preparan sancocho para todo el pueblo y se toman todos los aguardientes, porque “allá sabe diferente, es mejor”, dicen. Como toda fiesta colombiana también tiene reina, que debe ser linda y berraca. Una reina digna del arriero debe cargar la mula con la mercancía, saber hacer los nudos para asegurar la carga, y por supuesto hacer que la mula ande.
“El mundo está hecho sin felicidad”, canta Charlie Figueroa en un clásico bolero. También canta esta canción Guillermo Giraldo para despertar las calles de Arboleda subiéndole el volumen a su milenario tocadiscos. Macho loco, como lo conocen en el pueblo, fue bautizado así por unos compañeros en sus épocas de arriero. Hoy es un señor conocido en todo el pueblo, lleva sombrero aguadeño y una camisa amarilla entreabierta, enseñando su pecho varonil, con el rostro ausente añorando el poder que algún día tuvo.
Con la apariencia de Don Señor sin reino, sentado en el trono de su taberna, una fonda detenida en el tiempo que parece más un auténtico museo, exhibe carrieles, zurriagos y frases talladas en madera que expresan la exageración y las palabras de grueso calibre de los arrieros en el camino: “A pregunta de caballero, contestación de arriero”, “Barriga llena, cagada fija”, “Al que nació pa’ carga del cielo le cae la enjalma”.
Después que uno vive, veinte desengaños,
Qué importa uno más
Después que conozcas, la acción de la vida
No debes llorar
Canta Guillermo mientras recuerda los mejores años de Arboleda con la bonanza cafetera de los años setenta y ochenta, cuando recorría las montañas de la región llevando cosechas de café, trayendo comida y aguardiente, en largas jornadas por impredecibles caminos, bajo el sol y la lluvia. Un sacrificio que le permitió montar una carnicería, un negocio rentable en la región, también logró comprar la casa más grande del pueblo donde vive con su familia y una colección de boleros.
Foto | Reina de las pasadas fiestas de la arriería de Arboleda.
Guillermo comandaba una recua de mulas, cada una cargaba dos costales repletos de café; con un ¡arre!, acompañado de otros sonidos, impulsaba el paso de las bestias por el camino, con un silbido las prevenía del abismo y con su vozarrón les anunciaba el regreso a casa ¡Upa pa’ Arboleda! Estos gritos representan una generación que está desapareciendo; que transmite valores, una forma de ser y de ver el mundo.
Para visitar Arboleda desde Manizales o Bogotá, es necesario llegar a Pensilvania y allí tomar una escalera (chiva). Al conductor se le confía la vida en la montaña de tierra húmeda e inestable. El paisaje se esconde entre la neblina para después descubrirse en un esplendoroso verde, los niños que viven al borde del camino salen a saludar emocionados a los pasajeros y las señoras ponen la bendición a sus maridos antes de subir a la escalera. Cuatro horas o más por el camino de piedra, atravesado por un sinnúmero de arroyos y cañadas, hacen que el trayecto lleno de vértigo, se convierta en riesgo, y el conductor en un héroe. Una travesía por caminos desechos o provisionalmente arreglados, sin compromiso ni responsable. El pito de la escalera suena para anunciar la llegada.
En Arboleda se vive y respira tranquilidad por sus calles pequeñas. A las 11:00de la mañana el pueblo parece estar dormido todavía, también a las 3:00 y a las5:00. Nadie que pise por primera vez este lugar pensaría que un día fue mejor y más tranquilo, al acercarse a sus pobladores, sin reparo contarán sus historias, se dará cuenta que el silencio roto por la música de los bares, el trote de los caballos, las carcajadas de las mujeres y el juego de los niños, lleva consigo una gran herida.
La toma
El 29 de julio del año 2000, a las nueve de la mañana desde la casa de Doña Aidalí, ubicada en la salida de Arboleda hacia la vereda La Torre, se dieron los primeros disparos que anunciaron la llegada de 500 guerrilleros de las Farc.
Este día el diario El Tiempo se refirió a la agenda de paz dirigida por el presidente Pastrana: “El Caguán se muestra al mundo”, noticia sobre la calle de honor que las Farc les rendía a los delegados internacionales y a la comitiva del gobierno, para después discutir en la reunión programada la forma de erradicación de los cultivos ilícitos. Mientras tanto, los frentes 9° y 47 de las Farc, comandados por alias “Rojas” y alias “Karina”, disparaban contra los 27 policías del corregimiento de Arboleda. El objetivo de la guerrilla era acabar con el Comando de Policía. Con las ventajas que tenían, avanzaban su posición alertando a los habitantes del área urbana para salir de las casas. Algunos lograron refugiarse en la casa de Doña Aidalí, quien brindó abrigo, fuego, gallinas y plátanos, durante el enfrentamiento.
Foto | Cementerio de las Farc.
Los habitantes esperaron con incertidumbre que se acabaran los disparos y explosiones. Durante 36 horas de angustia tuvieron que cocinar para sus familias y rezar sin parar por sus vidas; unos salieron corriendo hacia las veredas, otros jugaron naipe para dejarlo todo a la suerte. Los guerrilleros podían darse el lujo de turnarse para ir a comer y descansar gracias al evidente desequilibrio de fuerzas, de armamento y combatientes. Los 27 policías se ubicaron en la iglesia tratando de protegerse y proteger al pueblo en el que estaban sus hijos y esposas. Lograron resistir el ataque hasta las cinco de la mañana porque se quedaron sin munición, en medio de súplicas esperando una ayuda. Fue entonces cuando las Farc aprovecharon para destruir la iglesia con un carrobomba.
14 policías salieron antes de la explosión, como Héctor Fabio Acevedo, a quien disfrazaron de campesino para poder huir, pero sus otros compañeros corrieron con otra suerte al quedar atrapados en los escombros. Los refuerzos para laPolicía no llegaron nunca por las condiciones del clima y de las vías que hasta hoy siguen igual.
Inventarios
La unidad militar contraguerrilla de las Fuerzas Armadas de Colombia, es única en el mundo: se especializa en asistir a una población y a su fuerza pública para aislar a la guerrilla, y devolver cierta normalidad. Después se van. Dos días después de la toma guerrillera los pobladores pudieron acercarse a hacer cuentas: ¿cuánto se perdió? Un inventario de personas y del valor que cada uno tenía para sus familiares y amigos. De las pérdidas de las Farc solo hay rumores: que se llenaron muchos costales con sus compañeros muertos, no se sabe del número exacto ni del cariño que ellos dejaron. Esas cuentas quedaron en el recuerdo por la pérdida de 13 policías, y el agente Luis Fernando Ramírez, reportado como desaparecido, de quien su esposa, Alba Ospina, hasta hoy no tiene noticias.
Tres civiles se sumaron a las pérdidas de este ataque, entre ellos un policía retirado que no pudo esconderse lo suficiente, pues lo buscaron hasta en el clóset. La iglesia quedó destruida, junto a la Estación de Policía, el puesto de salud, las casas del centro y la Caja Agraria.
Las Farc ya había pedido al comandante de Policía que se retirara de Arboleda con su equipo, por medio de las famosas “boletas” en las que comunicaban sus amenazas. Este ataque para alias “Karina” significó subir de rango y aumentar su prestigio; para las Farc, instalarse a controlar las vías y caminos de herradura (por donde entraron sus fundadores y se desplazaban los arrieros) que comunican a Caldas, Antioquia y al Magdalena Medio; y para Arboleda significó el inicio de una convivencia con la guerra y la soledad que iban dejando sus pobladores al marcharse.
Nelsy Cardona tenía 21 años el día de la toma del pueblo. Recuerda con angustia esos días, que se extendieron a dos años conviviendo con la guerrilla. Nelsy dice que si no se debía nada, si no se era sapo, ni se tenía algo que a ellos les pudiera interesar, no había que temer. Algunos guerrilleros eran conocidos, compañeros de clase o vecinos, a quienes debían llamar por el alias, nunca por su nombre. Cuando mataban las vacas de algún ganadero, repartían la carne a la gente del pueblo y se apoderaban de la cocina y los platos de quien fuera, incluso los de Nelsy. Las Farc obligaron en varias ocasiones a la comunidad a viajar hasta Pensilvania para protestar por los efectos de las fumigaciones con glifosato. Nelsy, sin oponerse, tuvo que hacer presencia por una causa que no era suya. Los guerrilleros protestaron caminando por las calles de Pensilvania, entre campesinos y familias, iban infiltrados llevando pancartas, poncho y sombrero; para vigilar, prevenir cualquier denuncia y apoyar también su causa.
Nelsy todavía vive en la misma casa de hace 15 años, frente a un cementerio de guerrilleros y aunque se ganó una de las casas en Pensilvania financiadas por el ministro de vivienda, no se atreve a salir del pueblo. Después de la toma del año 2000, Guillermo 'Mataciclas' aceptó trabajar en Arboleda para la CentralHidroeléctrica de Caldas (Chec), sabiendo que el frente 9° de las Farc aún controlaba Arboleda y sus alrededores. Cuando Mataciclas llegó al pueblo, el comandante alias “Rojas” lo detuvo; después de interrogarlo autorizó su trabajo, pero no permitió ingresar el equipo que debía apoyar la labor. Desde ese día Guillermo fue instalador de la red eléctrica, administrador, cajero y secretario de la compañía. En esta región abundan las tormentas eléctricas que dañan los aparatos domésticos y en especial los transformadores de energía, es decir, hay mucho trabajo por hacer.
Al prestar un servicio a la población, Mataciclas tenía contacto directo con las Farc, fue testigo del nuevo orden impuesto, de acciones terribles y otras que parecían buscar el bienestar de la comunidad. Ellos reunían el equipo que le ayudaba a instalar los transformadores o a llevar la luz hasta otras veredas, y obligaban a los campesinos a pagar a tiempo los servicios de energía. Conoció al comandante alias “Rojas” que llamaba a “entrevista” a los habitantes que le causaban problemas, alias “Brayan” era el asesino de “Rojas”, verlo rondando era señal de muerte. También conoció a alias “el Tío”, quien andaba con una tula de libros siempre leyendo uno; este guerrillero se tomaba el trabajo de conocer a la persona juzgada, de saber sus razones antes de mandarlo a matar. Aunque a Mataciclas lo tenían en un buen concepto, cada vez que ensillaba su mula, y andaba monte arriba para cumplir una “entrevista” con algún comandante, nunca sabía si regresaría con vida. Se levantaron rumores que relacionaban a Guillermo con las Farc, lo que nunca se confirmó pero poco a poco estos rumores lo fueron aislando hasta dejarlo sin trabajo.
Obligados
Arboleda también se vio manchada por la guerra del narcotráfico, después de la bonanza cafetera se reemplazaron los cultivos de café por la hoja de coca. Los narcotraficantes andaban en guerra con la guerrilla, se mandaban a matar unos a otros, en una competencia por tierra, poder y venganzas. Así convivieron dos años con un pueblo en medio, que no terminaba una tragedia para llorar otra. Después de la riqueza, de gritos de arrieros, de mitos y leyendas, cuando el miedo giraba alrededor de dios, de putos erizos y de brujas, hoy este miedo se traslada a los seres humanos, vecinos y amigos. Este pueblo nunca volverá a ser lo que fue. El café no volverá a tener su antiguo valor, arrancaron la iglesia original modificando todo un paisaje, destruyeron amores y se instalaron resentimientos que no entienden el nombramiento de alias Karina como gestora de paz.
Foto | Entrada al corregimiento.
Cada año se conmemora un año más de la toma. Se hacen homenajes a sus víctimas, se recuerdan, se sigue contando el cuento, y a pesar de todo esto la gente se continúa marchando. La misma semana de la toma se fueron 40 familias. Todavía no hay un censo exacto sobre la población desplazada ni de la que aún queda. Según un censo proyectado del DANE, en Arboleda viven 4.686 habitantes repartidos entre la población urbana y rural, pero no hacen parte de esta cifra los que son invitados a vivir en las casas que ofrece el gobierno en el municipio de Pensilvania. En lugar de atacar un problema social, económico y cultural en una población, les regalan casas lejos de su tierra, sin proponerles un trabajo digno. En una visita del gobernador de Caldas y delministro de Defensa en el año 2013, prometieron arreglar sus carreteras, traer de nuevo la Caja Agraria y promover la economía de la región, pero esto no se ha visto.
Arboleda es atendida por la Corporación Programa Desarrollo para la Paz del Magdalena Centro, con ellos se adelantan programas de reparación de víctimas en colaboración de la Chec y la parroquia del pueblo. A los programas de restitución de tierras y reparación de víctimas del gobierno los responsables no le han dado continuidad desde el año pasado.
Memoria
Yuri Giraldo, es una mujer alta, de cabello oscuro, ojos grandes y mirada dulce. Conserva la memoria intacta de los hechos que partieron la historia de Arboleda en dos. Guarda los recortes de periódicos, los videos de los noticieros, y una grabación del ataque guerrillero, para que no se pierda en el olvido, para que cada vez que alguien venga y pregunte se pueda contar la historia con detalles. En las tardes se reúne con sus amigas en la cafetería por la calle principal de Arboleda, que ellas mismas han bautizado “monte loro” porque sus carcajadas son tan fuertes y escandalosas, que alborotan todo el pueblo. Esas risas atraen con prisa a las mujeres que faltan por llegar a la reunión para no perderse un chiste o un chisme. Hablan de los vellos en los hombres, de los brazos del conductor de la escalera, se quejan de sus hijos, de que les falta un camionado de plata para ser más felices, se ríen de sus risas y de ellas mismas, y esas risas a grito herido son la algarabía que rompe aquí el silencio y llenan y alegran un pueblo cada vez más vacío por el abandono del estado y otra colonización pero a punta de bala.
* Trabajo realizado para el taller Taller de periodismo paz y regiones, organizado por la Fundación Nuevo Periodismo y dirigido por el periodista Álvaro Sierra.
Revivieron el miedo*
Unos disparos en la noche del pasado 14 de julio revivieron en los habitantes de Arboleda el miedo a una toma guerrillera. Hubo versiones encontradas de la Policía y el Ejército, que en lo único que coincidían es en que se presentó una reacción de los policías frente a algo y hubo disparos desde la Estación de Policía, que hoy se ubican no en el centro del poblado, sino en la parte alta.
Los habitantes exigen que haya claridad, pues hay temor por la presencia de un pequeño grupo guerrilleros que intenta rearmarse en la zona, pues también han sido vistos en el departamento de Antioquia.
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