Nuestra tierra no da más
Señor Director:
El pacto inquebrantable entre la ciencia, el arte y la tecnología, considerado como la única fuente de un beneficio económico estratégico global, está haciendo temblar los cimientos del planeta con un vertiginoso ascenso hacia su destrucción. Esta alianza tuvo sus inicios en la Edad de Piedra, cuando el amanecer del hombre inteligente entregaba al mundo la versión ancestral de la tecnología al descubrir el fuego, que permitió cocer los alimentos, convertir el lodo en cerámica, el metal en armas y el agua en vapor.
En esta línea de tiempo los científicos chinos, los mejores en su época, inventaron el papel, la prensa de imprimir, la pólvora y la brújula, mientras que la civilización musulmana floreció en las artes y las ciencias, y dio grandes pasos en el álgebra, la óptica y la física.
Estos aportes se suman a los logrados por Europa, que surgió de un agujero medioeval alimentado por un fundamentalismo religioso que la obligó a importar productos. Este continente aprovechó el periodo de estancamiento y decadencia de los imperios que fueron fuertes e inició un gran renacimiento con una dedicación sin precedentes en el desarrollo; inspirado por la física de Newton y la química de Dalton, hizo que se desencadenara una serie de inventos y descubrimientos que paulatinamente condujeron a la actual sociedad de consumo, que no da tregua en una carrera maratónica y sin retorno hacia el deterioro ambiental.
La invención de la máquina de vapor en 1712, los trenes movidos por carbón y el automóvil de combustión interna impulsaron la revolución industrial; el petróleo, el gas y el carbón, recursos energéticos no renovables, se hicieron indispensables y en el siglo XX extendieron sus dominios con una participación protagónica en la Segunda Guerra Mundial, episodio lamentable de la humanidad, considerado uno de los más escalofriantes y vergonzosos en el que el odio del hombre fue liberado sin contemplaciones y cobró millones de víctimas.
Terminado este conflicto intercontinental, se inició una cruzada focalizada a recuperar las finanzas de los países golpeados y fue entonces cuando Víctor Lebow, un importante analista de mercados, propuso un modelo como alternativa más eficaz, que hace del consumo parte indispensable de nuestro estilo de vida y convierte la compra de bienes y servicios en auténticos rituales. De inmediato los países capitalistas liderados por Estados Unidos, empezaron la transformación de la materia prima en producto terminado y las vitrinas de los recién construidos centros comerciales se embellecieron con tentadores diseños de artículos de corta vida útil y de versiones mejoradas que termina convirtiéndonos en compradores compulsivos sin considerar la capacidad adquisitiva de las personas y nos somete a deudas impagables a través de irresistibles mensajes publicitarios.
Somos víctimas de un sistema ambicioso y autodestructivo comandado por actores con poder para manipular la mente a través del neuromarketing. Como autómatas compramos, consumimos y tiramos cosas al cesto de la basura a un ritmo cada vez más acelerado; la extracción, la producción, la distribución y la disposición de los residuos deja a su paso profundas heridas en la tierra; el subsuelo padece su propio vía crucis con grandes cráteres por la explotación de los metales preciosos y de los combustibles; la corteza terrestre se torna desértica y erosionada por la tala indiscriminada de los bosques; el recurso hídrico representado en las aguas de los ríos y de los mares que contamina por los desechos tóxicos que allí se depositan; el hielo en los polos se derrite por el incremento de las temperaturas y amenaza con grandes inundaciones; las ciudades se ahogan con los residuos sólidos y se asfixian con el dióxido de carbono retenido en la atmósfera, el cual es responsable del calentamiento global; se pierde biodiversidad, se deteriora la capa de ozono y se escasea el agua potable; y las autoridades ambientales, conscientes del daño causado por la sociedad de consumo, proponen una tregua pero no encuentran el respaldo de los gobernantes de las principales potencias que hacen parte del modelo económico actual y quienes, ávidos insaciables de poder, se resisten a renunciar a su imperio.
Orlando Salgado Ramírez
Hay que podar
La avenida Alberto Mendoza tiene un andén muy transitado por los que van al Bosque Popular. Hay que podar las ramas muy crecidas y que estorban a los caminantes.
Un ciudadano
Comas sobrantes
El periódico escribe siempre: “el presidente, Juan Manuel Santos, etc”. Sobran esas comas.
Suscriptor
N. de la D.
Presidente solo hay uno, por lo tanto no sobran, ya que si se omite el nombre se sabe a quién se está refiriendo el texto.
Superhéroe
Informó la radio que se hizo una encuesta en todo el mundo para determinar cuál es el superhéroe más famoso. No hay que olvidar a uno que actuaba en las revistas de muñecos hace como sesenta años: El super ratón. Defendía a Ratolandia, su país, atacado por un malandrín que decía: y ahora, con gran emoción, pido, de todo corazón, que caiga viento, frío, nieve; que la nevada no sea leve, y que forme la gran capa que todo lo cubre y tapa.
Don Cecilio
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