Justicia social
Señor director:
Quisiera aprovechar su espacio La Voz del Lector, para traer a consideración lo que como hace varias décadas se hacía para aumentar los salarios en el país, tanto a los servidores públicos como privados. Antes no se hablaba de salario mínimo, solamente se utilizaba de manera general el término salario; y el gobierno lo aumentaba por medio de un decreto. Esto no era solamente anual, como ahora, por medio de una junta integrada por representante de los trabajadores (sindicalistas), empresarios y gobierno (Ministerio de Trabajo). En esa época existían los sindicatos, pero su influencia era muy reducida; hasta el punto que a los servidores públicos u oficiales, no se les permitía sindicalizarse. Hoy vemos con sorpresa como los empleados de la rama judicial están sindicalizados y hacen paros o huelgas cuando se les antoja y por cualquier motivo, con la seguridad que sus actuaciones no van a ser declaradas ilegales; puesto que dicho pronunciamiento lo deben hacer los miembros del poder judicial, y es lógico que no lo hagan, así se estén perjudicando en forma grave un servicio público indispensable, como está ocurriendo en la actualidad. No nos extrañaría que de un momento a otro resuelvan entrar en paro el Ejército o la Policía.
Recuerdo como si fuera hoy, que en el año 1954 hice parte de una comisión del magisterio de La Dorada, que debía ir hasta Manizales, cuando fungía como gobernador el general Gustavo Sierra Ochoa, para solicitarle a éste un aumento de salarios; pues para entonces un educador no devengaba más de $240. Cuando el funcionario nos recibió en su despacho nos recriminó que no estuviéramos trabajando y nos advirtió que si al día siguiente no estábamos laborando, nos declaraba insubsistentes, y tuvimos que volver a trabajar con cajas destempladas.
El aumento de $5 pesos en el salario mensual, para la década de los años 50, lo hacía el gobierno en forma inversamente proporcional; esto es, a menor salario mayor porcentaje, y a mayor salario le correspondía un menor porcentaje; fórmula que en mi humilde opinión era más equitativa. Pero hoy las cosas son muy diferentes, toda vez que la sapiencia de nuestros eminentes economistas ha invertido los términos y vemos con angustia como a un pobre obrero que devenga un salario de hambre, los patrones apenas quieren aumentarle el 4,2%; teniendo en cuenta que los que devengan altos salarios en el sector privado y público no se sienten afectados, por cuanto para los primeros sus incrementos se manejan con mayor liberalidad, ingresos extraordinarios o bonos, y a los segundos, las primas extralegales y otras prebendas, los vacunan contra el miserable incremento.
Lo comentado nos lleva a muchos colombianos a reflexionar sobre si esto es una verdadera justicia social que pueda contribuir para hacer el camino a una paz duradera y estable.
Ramón de J. Correa Jaramillo
Los lujos de Fidel
Señor director:
El año 2014 ha cumplido su ciclo inevitable. Con una nueva celebración de la navidad, alegre para muchos y acibarada para otros; con la esperanza risueña para algunos, pero indefinible para los más. No importan las elucubraciones ni los acertijos sobre el devenir ni los augurios de las pitonisas; en el planeta Tierra se imponen el aquí y el ahora. Los sucesos del mundo se entrelazan algunos con inusitada sorpresa, y otros con cierta lógica. Ahora se ha hablado de la reapertura de relaciones diplomáticas entre la dictadura de Cuba y el gobierno del presidente Obama . En este hecho tuvo una exitosa intercesión el papa Francisco, lo que ha revertido en la devolución de muchos bienes confiscados por el régimen cubano a la iglesia católica, dejando evidente que una religión no se puede obstruir por decreto, como lo pretenden los regímenes autoritarios. Concomitante con este suceso pudimos escuchar en días recientes y en horas nocturnas en la cadena radial RCN, al señor Juan Reynaldo Sánchez, exmilitar del ejército cubano, quien fue por más de 20 años escolta distinguido de Fidel, afirmando haberle solicitado que le permitiera retirarse para terminar sus días tranquilo con su familia y que le concediera alguna pensión de subsistencia. Pero la respuesta del comandante fue, según Sánchez, dos años de inesperada prisión, los que además aprovechó para escribir un libro donde narra desconocidas intimidades del dictador. Al salir de la prisión se vio obligado a exiliarse en un país que no reveló esa noche por obvias razones. Entre muchas de ellas Sánchez manifestó que el hoy expresidente pero gobierno real, posee una flota de cuatro yates último modelo, con dotaciones especiales y refuerzos electrónicos, en los cuales realiza con sus más íntimos, programas de pesca en el mar que rodea la isla. Que posee una fábrica exclusiva de queso francés, cuyo producto solo consumen su familia y sus más íntimos amigos. Que también tiene una fábrica personal para la elaboración de los famosos habanos cubanos con operarios de las más absoluta confianza. Dijo así mismo que tiene para su absoluto servicio un área donde practica el hobby de la caza con los más validos de su confianza, y que el pueblo cubano ignora hasta hoy. Reveló también Sánchez que en un pueblo del oriente de la isla, se pueden observar en un museo los vestigios del avión en que el comandante Cienfuegos volaba hacia la Habana para la asunción del poder, con claras huellas de ametrallamiento, dejando en evidencia el presunto misterio de su asesinato político. Estos hechos nos dan clara noción de que todos los dictadores del mundo están medidos con el mismo rasero, a excepción de algunas excentricidades muy personales, así se autoproclamen representantes o líderes del proletariado, que para el caso de las ideologías autocráticas, el caso termina siendo similar.
Rogelio Marulanda G.
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