Aromas del café
Señor Director:
Cuando se comenta o se oye comentar lo relacionado con las problemáticas del café, en donde prácticamente sus bondades desaparecen por efecto de las dificultades que se presentan en el manejo del cultivo, cabe reflexionar sobre los siguientes aspectos.
1. Que no hay mano de obra para hacer eficientes recolecciones.
2. Que los precios de los fertilizantes y productos fitosanitarios son muy altos.
3. Que los precios de venta del producto no dejan margen rentable.
4. Que los caficultores están trabajando a pérdida, etc. etc.
Todo en su contexto no es más que el efecto de la ambición desmedida de técnicos, investigadores y desenfrenados economistas que violentaron el medio óptimo para la vida del cultivo.
El café, por naturaleza es un cultivo ecológico. Su origen se remonta a los montes de Abisinia en el extremo nor oriental del África. Cuando hace aproximadamente trescientos años fue traído al continente americano y llegar a Colombia después de pasar por centro América; quienes patrocinan estas actividades y el establecimiento del cultivo, tuvieron en cuenta las condiciones agro climáticas con el establecimiento de plantíos bajo sombra regulada y distancias amplias para que pudiera convivir con otros cultivos, entre ellos los frutales necesarios en la alimentación humana, con eficiencia y predominio de la fertilidad natural del suelo sin la influencia exigente de la fertilización artificial.
Así se convivió durante más de cien años armoniosamente, planta, hombre y medio ambiente produciendo grano de excelente calidad y suficientes recursos de sostenimiento de los cultivadores.
Después de 1928 cuando los productores se organizaron en federación y luego después de 1938 cuando crearon a Cenicafé, como centro de investigaciones de todo lo relacionado con la vida, desarrollo, producción del cultivo y su relación con el resto de biodiversidad, los investigadores encontraron en la fisiología de la planta la posibilidad de aumentar la producción mediante exigencia con aumento de luz solar como estímulo a la fotosíntesis y la presión sobre el área de cultivo mediante aumento exagerado de plantas por unidad de superficie.
Desenfrenadamente se ordenó la eliminación total del sombrío, la implantación de distancias cortas y la eliminación de coberturas vegetales protectoras del suelo contra el fenómeno de la erosión.
Fueron sistemas inicialmente productivos ilusorios; pero esquilmantes contrarios a la sostenibilidad. Los suelos están agotados: la exigencia en fertilizantes no da tregua; los cultivos se ven desnutridos y paloteados; el ataque de plagas y enfermedades como el Minador de la Hoja, la Arañita Roja, la Broca y la Mancha de Hierro es más intenso por la fuerte presencia solar y altas temperaturas. Además, los controles biológicos con microorganismos y bioinsecticidas son poco eficaces en estas condiciones climáticas.
Las distancias cortas, que cada día se incrementan más por el afán de mayor producción, no son sino una ilusión en cuanto a la primera cosecha por cuanto a medida que las plantas crecen se pierde capacidad de producción en toda el área foliar y solo producen en las copas dificultando labores de recolección por falta de visibilidad y movilidad operativas, lo que dificulta una eficiencia en el control de broca esto obliga a muchos caficultores al empleo de productos químicos que influyen negativamente en los controles biológicos. Obliga este sistema también a renovaciones de períodos más cortos. Por otra parte el suelo permanece desprotegido a merced de la erosión que tanto daño ha hecho a los suelos de la zona cafetera. Tampoco se debe olvidar que los cultivos deben ser agradables al gusto operario de los primeros actores de la industria cafetera que son los recolectores, porque nuestra caficultura es, quiérase o no eminentemente artesanal por razones de topografía.
Si se enrutara la conciencia de los interesados en el cultivo hacia una tecnología con sombrío racional y distancias que comprendan cinco mil plantas por hectárea, o sea dos metros de surco a surco y un metro de planta a planta comprendería una racionalidad integral autosostenible porque de lo contrario, pareciera que la caficultura enfocara en el minicultivo familiar para producir café de excelente calidad.
Todo parece indicar que con tanto tiempo de existencia de esta actividad en Colombia ni técnicos, ni investigadores, ni cultivadores han podido comprender el comportamiento de la planta que proporcionó los recursos para la creación de las ciudades e infraestructura de la zona óptima desperdiciada por la ambición desenfrenada del conjunto humano.
Atentamente,
Euclides Manrique M.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015