En un momento fue el problema del país era el caso de currupción que involucra al magistrado Pretelt. Al mismo tiempo buena parte de Manizales olía a basura. Me preguntaba si es que hay preteles en Caldas con ese mismo hedor. Después el país amaneció lamentando la muerte de unos soldados.
Mañana será quizás una nueva columna de Daniel Coronell en Semana la que proponga un tema para que todos hablemos, aunque me inclino por pensar que todo lo anterior quedará en el olvido luego de las consultas internas de los partidos políticos.
Con el tiempo no solo me he acostumbrado a las críticas contra los periodistas, no me siento aludido si se enfilan contra todo el medio de comunicación. Empiezo a disfrutarlas y hasta a sentir solidaridad con quienes se quejan de ciertas pésimas labores informativas o desinformativas como gustan llamarles muchos otros.
Razones les sobran porque mientras vendemos una noticia y le ponemos lupas por todos los ángulos, apagamos las alarmas y cerramos la atención hacia otros asuntos de relevancia. Por ejemplo, ¿quién se pregunta cuantos micos le están colgando a la reforma sobre equilibrio de poderes?
En cierta manera estamos más agobiados por lo que no ha pasado o por lo que desconocemos que por lo que sabemos. Como periodista he terminado admirando la capacidad de sacrificio de quienes aún escuchan a Arizmendi, a Vicky, a Julio y a los demás que se les parecen. Considero sus apreciaciones (verdaderos juicios o linchamientos mediáticos) como una ofensa a la inteligencia.
Sigo informándome a través de lo que está escrito para tener el gusto de construir una opinión y cuestionar lo que allí se dice, ir a otras fuentes y contrastar versiones. Jamás veo más de tres minutos de noticias cada día.
La información dada con rapidez es una exigencia ineludible y en ello tiene razón Miguel Ángel Bastenier, a quien le leí un trino en ese sentido recientemente. Sin embargo, también considero cierto de que esta práctica es un riesgo para la sociedad. Siempre es circula tan rápido el mensaje y por la inmediatez es tan corto que termina originando opiniones contrarias. Torpes en muchos casos.
Algunos mal llamados líderes de opinión son verdaderos sujetos de polarización tan dañinos como un arma de fuego o un explosivo. Sin embargo, sus contenidos se venden bien o tienen tanta audiencia que no se ha hallado la forma de extirparlos sin ocasionarse pérdidas.
A mis compañeros de Derecho les he aconsejado que antes de comenzar a leer información nacional empiecen por abordar como es que nos ven desde el exterior, para llegar luego a los medios más cercanos. En todo caso, iniciar por desconfiar y luego acudir a otras fuentes resulta sano para estar mejor informado.
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