La mayoría de los temas que se presentan en los medios de comunicación tienen que ver con gente, con nombres propios. Estos contenidos, por supuesto, son los más populares. El interés de las personas se suele mover entre la farándula, lo judicial (que ya es lo mismo que lo político) y los deportes. En cualquiera de los tres casos, los nombres propios, sobre todo cuando se despotrica, tienen un encanto que los humanos no hemos encontrado en casi ningún otro tema de conversación. Sin lugar a dudas, el chisme es el que ocupa el primer lugar en popularidad, hasta el punto de que muchos de los medios de comunicación han adquirido la costumbre de hablar con el estilo y la profundidad de una señora chismosa.
No es exagerado afirmar que la sección de farándula se ha tomado los noticieros y los periódicos enteros. Sería más acertado, incluso, si cambiaran el nombre de las secciones y les pusieran, por ejemplo, farándula política, farándula criminal, fárandula deportiva y farándula del espectáculo. Nada más cercano a la tercera acepción que la RAE atribuye a la palabra “farándula”: “mundillo de la vida nocturna formado por figuras de los negocios, el deporte, la política y el espectáculo”. Pero esa no es la única realidad que se puede mostrar, como algunos quieren hacernos creer, sino que ellos han decidido limitarse a ese mundillo, porque es lo más fácil y lo que más vende, como la comida rápida, que a casi todos nos gusta, pero, ¿quién puede vivir a punta de eso?
Lo mismo pasa con las emisoras y la música que reproducen. Algunos de ellos, conscientes de que gran parte de lo que ponen es basura, argumentan que no se puede hacer nada porque eso es lo que le gusta a la gente, a los jóvenes. Pero eso es mentira, en cierta medida, pues hay muchos jóvenes con gustos diferentes, incluido Jhonatan Flórez, “el hombre pájaro” (de quien lamento mucho su reciente muerte), como se puede ver en el siguiente video:
https://www.facebook.com/florezair/videos/855987774493209/
Los medios de comunicación no solo tienen la capacidad de divulgar lo que pasa en el mundo, sino que pueden transformarlo, y ellos los saben, y es lo que hacen todos los días. Lo que pasa es que tienen un lema implíctio entre ellos, generar la mayor audiencia posible incomodándose lo menos que se pueda. Una de las grandes pérdidas que le debemos al sensasionalismo y al amarillismo es la ausencia de argumentos. El debate de argumentos ya no existe en el panorama colombiano, las estrategias mediante las que se discute son la invención de estadísticas falsas, la declamación de fórmulas jurídicas incomprensibles e inútiles, despotricar del otro hasta acabar con su imagen personal y, por supuesto, cómo no, la guerra.
Cada vez son más las posibilidades de consumo, y el sector de los medios de comunicación no es ajeno a eso, la oferta virtual, por ejemplo, crece cada vez más. Por eso es necesario que se fortalezca una visión crítica por parte de los consumidores. El auge de las redes sociales ha llevado a que haya un exceso de información, de todo tipo y de todas las calidades posibles. La velocidad con la que se produce información debe ser balanceada con el juicio y la rigurosidad al interpretarla. Las ganas de impactar a toda costa llevan al abuso, tanto en el contenido como en el uso del lenguaje. Por eso es necesario otro tipo de espectadores, de lectores, de televidentes, pues esas actividades no son pasivas, son tan arduas como la propia producción de contenidos.
PAC
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