Por Laura Lesmes
En la edición XV de los premios Corazón Verde tres historias de heroísmo conmovieron por la entrega y valentía de cada uno de los uniformados que las protagonizaron: el patrullero Cristian Ramírez, de la Metropolitana de Cali; el subteniente Juan Carlos Amazará, de la policía en Caquetá, y el mayor Carlos González, quien falleció en servicio.
Fue este último el principal ganador en la categoría de Heroísmo. Su familia recibió el galardón a Mejor Policía de 2014.
Las siguientes son sus historias.
“LAS PERSONAS MUEREN CUANDO DEJAN DE HABLAR DE ELLAS”
El mayor Carlos Andrés González Buitrago fue nominado por su compañero de curso, el capitán Alexánder García, en la categoría de Heroísmo, Fue el principal ganador, no solamente en ese renglón, sino como el Policía del 2014.
El mayor falleció el 3 de septiembre de 2013, en una operación especial contra la bandas criminal llamada 'El Clan Úsuga', en Norte de Santander.
“Él estaba en un control, el inspector rural de San Faustino tenía información sobre el actuar delictivo en esta zona; les dieron la misión de ir allá y en esa operación fueron neutralizados seis miembros de esa banda criminal, pero él también murió” narró el capitán sobre la suerte de su amigo.
González ingresó a la Policía en 2001, como auxiliar bachiller; por ser deportista de alto rendimiento entró a la Escuela General Santander, donde se forman los oficiales. Era un atleta semifondista, competía en 800, 1500 y 3000 metros, muchas veces con el equipo institucional representó a Colombia. Se graduó del curso 083 de oficiales, en 2004.
El mayor González hizo parte de la Policía Metropolitana de Bogotá, en las localidades de Usme y Ciudad Bolívar, se destacó en operatividad y disciplina, por eso obtuvo la oportunidad de hacer el curso de comandos jungla. Ese grupo se encarga de hacer las operaciones especiales, de dar los golpes más fuertes contra las guerrillas y las bandas criminales.
Entre 2007 y 2008, trabajó en el jungla de Tuluá, controlando el narcotráfico en el sur del país: Nariño, Caquetá, Cauca y Putumayo. Luego la dirección antinarcóticos vio la necesidad de crear un grupo solo para objetivos de alto valor e hicieron una selección entre 800 personas de los que solo quedaron 30, entre ellas, González, designado como uno de los comandantes.
En las operaciones más renombradas de los últimos seis años estuvo presente, entre ella la muerte de Juan de Dios Úsuga, hermano Dairo Antonio Úsuga, el jefe máximo del ‘Clan Úsuga’. Esa fue el 1 de enero de 2012. Otra, fue contra el segundo cabecilla de ‘Los Rastrojos’.
El 3 de septiembre del año pasado, según cómo conocen la historia su familia y compañeros, miembros del Grupo Jungla estaban siendo atacados, él volvió a rescatarlos y a protegerlos. Fue cuando recibió el ataque y murió.
Su familia se compone de su hija de 8 años, Laura Sofía, y su esposa, Yomaira, junto con sus padres Sixto y Flor y sus hermanos Camilo y Natalia.
Laura Sofía fue la que tomó la palabra cuando entregaron el reconocimiento de heroísmo a su papá: “Gracias por que ahora ya no es solo el mejor papá del mundo, ya no es solo un héroe para mí, sino para todos”.
El capitán Alexander García recuerda que fueron palabras del padre del mayor González las que lo motivaron a nominarlo: “Don Sixto lo decía, las personas mueren cuando dejan de hablar de ellas o no las tienen en su memoria y yo quería mantener vivo el espíritu de mi amigo”.
Fue Sixto González quien recibió el galardón al Mejor Policía 2014. “Les doy gracias a todos ustedes por este reconocimiento, en nombre de mi familia. Lamentablemente por una guerra no dejaron que mi hijo estuviera acá, gracias a la Policía por acogerlo, por apoyarlo en el deporte, agradezco tener a mi nuera y mi nieta, porque ellas son la representación de mi hijo en la tierra”.
González resaltó el acto final de su hijo: “Se entregó por sus hombres, agradezco a todos los compañeros de curso, por todo lo que dijeron de mi hijo; creo que por actos como estos y por él, es que nos merecemos tener un país en paz, y que mi Comando Jungla nos siga iluminando el camino”.
“LOGRÉ LA CAPTURA DE UN AUTOR DE LA MASACRE DE LA 44”
El patrullero Cristian Ramírez llegó a Cali hace dos años, tras terminar la escuela. Es bogotano y trabaja en uno de los sectores más peligrosos de la capital del Valle, donde hay bandas criminales organizadas y oficinas de sicariato.
El viernes 8 de noviembre de 2013, a las 8:30 de la noche, Ramírez estaba en una ronda cerca de la Calle 44 con Carrera 27, escenario de una masacre en el bar La Barra. “Estábamos patrullando, escuchamos los disparos y fuimos, mi compañero no pudo acercarse, porque había vehículos en medio, yo me bajé de la moto y llegué”.
El patrullero recuerda cada detalle de lo que hizo esa noche, especialmente que la captura que logró fue la única en flagrancia: “Cuando llegué vi a una persona saliendo del sitio, con una pistola en la mano, con un cargador que sobresalía y estaba disparándole a alguien por la espalda; apenas me vio salió a correr, yo lo seguí y le apunté, pero no le disparé, porque atrás quedan una pastelería y un bingo”.
Por minutos la persecución siguió y en un momento él hombre que huía armado “llegó a una motocicleta que lo estaba esperando, el conductor al verme arrancó y lo dejó solo, al ver eso, se dio la vuelta y me apuntó; yo le solicité hasta con palabras soeces en ese momento que bajara el arma. Me fijé que no hubiera gente alrededor, le hice dos disparos al lado y él soltó la pistola”.
El otro policía llegó, tomó el arma, la guardó entre el uniforme y volvió a La Barra, a auxiliar a las demás personas.
“Me quedé sin radio y sin vehículo para llevarlo (al detenido); decidí tomar un taxi para ir a la estación, pensé en lo que me decía: que le cuidara la vida, que podían volver a matarlo o que podían devolverse a matarme a mí. Apenas cuando llegué a la estación me di cuenta de lo que estaba pasando”, explicó Ramírez.
Allá supo que había confirmación de seis heridos y tres muertos. Al final fueron once muertos y siete heridos y el único detenido era el que el patrullero había llevado.
“Después vi una entrevista por la que supe que él llegó a un acuerdo con la justicia. Al poco tiempo hubo otros dos detenidos, por la Dijín, un menor y otra persona que ya fue condenada”.
Sobre el reconocimiento que tuvo esta semana, el patrullero Ramírez prefiera hablar poco, pues sabe que su trabajo sigue: “Esto es un impulso para mi carrera, pero más para mi familia, a quienes les debo todo. Arriesgue mucho en ese momento, pero ese es mi trabajo”.
“NO PENSÉ QUE SALVARLOS IBA A SER TAN IMPORTANTE”
El 27 de julio de 2013, en la inspección de San Antonio de Tuchá, municipio de Milán (Caquetá), dos ciudadanos que estaban trabajando en la adecuación del acueducto local quedaron bajo un alud de tierra.
El subteniente Juan Carlos Amazará se enteró de que los hombres que cavaban una zanja de 3 metros de profundidad, quedaron atrapados. “El alud los sepultó, yo estaba a 100 metros del lugar, la comunidad llamó y, en un sitio donde el orden público es tan complicado, entregué mi arma y decidí tirarme al hueco; logré destaparle la cabeza a uno de ellos, me dijo que a los dos metros estaba el otro y con las manos escarbé, hasta encontrarle la cabeza”, narró el uniformado, que lleva seis años en la institución.
Amazará pensó en sacar al hombre que vio de mayor edad, junto a otro policía que llegó para ayudarlo. Entonces, la tierra se movió de nuevo. “El señor me tomó de la mano y me dijo: ‘No me deje morir’. Seguí escarbando, para liberarlo, al tiempo la tierra se estabilizó, por lo que ingresaron dos compañeros para liberar al otro”.
La comunidad se dio cuenta de lo que estaban haciendo. Llevaron palas, picos y cuerdas, pero no podían usarlos por miedo a herir al hombre sepultado. “Por veinte minutos cavando con las manos, lo sacamos. No pensé que esto fuera a significar tanto, lo hice por instinto, por salvar a las dos personas, me siento agradecido y representando a los policías del país, porque quiero que esto (el galardón) lo tengan todos los hombres que se ponen de verde oliva, que se sientan héroes, orgullosos de poder hacer cosas como esta”, puntualizó Amazará.
“No espero nada más, solo bendiciones, llevo, con escuela, seis años en la Policía y como profesional (siempre en Caquetá) llevo tres; estoy empezando y ya he logrado mucho”.
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