Familia del cabo Rodríguez no duerme esperando las noticias de su liberación

Los últimos cuatro días para doña Rosalba Contreras, madre del cabo primero, Jorge Rodríguez Contreras, secuestrado por las Farc, han sido eternos.

El suboficial, natural de Mutiscua y criado en el sector rural de La Paradita, fue capturado el domingo en la tarde por esa organización al margen de la ley, cuando estaba en compañía del brigadier general Rubén Darío Alzate y la abogada Gloria Urrego, en el Chocó.

Solo tiene cabeza para pensar en su hijo y anhela que vuelva pronto a la libertad.

Aferrada a una Biblia les pide a Dios y a la Virgen de Fátima, que los captores no le hagan daño; que se les ablande el corazón para que puedan disfrutar nuevamente de su compañía.

“No duermo. Me la pasó pendiente a las noticias o atenta de lo que pueda ocurrir”, dijo al momento en que aseguró que se siente más tranquila al saber que le van a respetar la vida.

Paciencia

Fuera del televisor encendido día y noche, la Biblia y las velitas a la Virgen de Fátima, la progenitora del Cabo Primero, también distrae la mente remendando ropa en una antigua máquina Singer.

Por ahora las actividades agrícolas consistentes en la recolección de hortalizas (coliflor, brócoli, lechuga, apio) y mantenimiento de la huerta, están paralizadas.

“No tengo cabeza ni ánimo para esas cosas”, dijo la mujer campesina de 54 años.

Ya no le salen lágrimas cuando habla, quizás se le agotaron. Se le ve muy triste.

Habla pausado; pero conserva mucha fortaleza para seguir pidiéndole al presidente Juan Manuel Santo, que facilite los medios para que todos los secuestrados queden en libertad.

Mientras ella atiende a los visitantes, su esposo, Fernando Rodríguez, se ocupa de la pequeña fama o venta de carne que tiene a unos 300 metros de la finca el Cucubal, en donde con mucho sacrificio lograron levantar y educar a sus dos únicos hijos: Gonzalo y Jorge, ambos suboficiales del Ejército.

Esta es parte de la historia de una familia que toda la vida se ha dedicado a labrar la tierra.

No entienden el por qué tienen que ocurrir estas cosas, cuando en el país se habla de paz.