Como se escucha a cada rato que el decenio del sesenta fue el más intenso del siglo XX, que se rompieron paradigmas y cambiaron costumbres, resulta fundamental el libro de Álvaro Tirado Mejía, Los años sesenta. Una revolución en la cultura.
Por supuesto, ha habido ensayos sobre la música, sobre mayo del 68, de asuntos aislados, pero faltaba un ejercicio contundente como este, que analiza la política internacional, la carrera espacial, la guerra fría, los movimientos artísticos del mundo y de Colombia, el cambio de costumbres...
Usted llegó de veinte años a ese decenio. Edad para vivir intensamente y entender.
"Lo que no viví directamente, lo viví de manera indirecta. Disfruté la música de Los Beatles, visité las bienales de arte, participé en movimientos universitarios y compartí con millones de personas en el mundo la llegada de los humanos a la Luna. De modo que de todo lo que trato en el libro, tengo memoria... Pero aclaro que no es un ejercicio de memoria. Yo no soy personaje del libro. Todo lo documenté y verifiqué".
¿Cómo recuerda la Guerra Fría?
"Vivíamos pendientes de qué iba a pasar con la Crisis de los Misiles, o de si se iba a acabar el mundo con la explosión nuclear... Le cuento una anécdota: yo estaba en la universidad estudiando derecho. Teníamos final de derecho procesal y le dije a un compañero: "para qué vamos a estudiar, si el mundo se va a acabar en cuestión de semanas"".
Un constante suspenso... Pero, dígame, ¿la Guerra Fría no daba equilibrio? ¿No frenaba los intereses invasores de Estados Unidos y la Unión Soviética?
"Se terminó la Guerra Fría y no se terminaron las guerras. Solo que ya no se dan entre países desarrollados sino que las trasladaron al tercer mundo. Ya no es una competencia bipolar por el poder, sino multipolar. Hay gente que ahora añora ese tiempo, precisamente por ese equilibrio".
¿Por qué en el decenio del sesenta hubo una revolución en la cultura?
"Alfonso López Michelsen decía que Colombia era el Tíbet de América Latina. Y seguramente era cierto. Pero en materia cultural dejó de serlo en los sesenta. Llegaron las corrientes de pensamiento del mundo: ideas de libertad, de los derechos de la mujer, cambios en el vestir, libertad en la sexualidad, se masificó la píldora anticonceptiva, surgió el boom de literatura, la música hablaba de estas cosas. Hasta la Iglesia habló de cambio en el sentido de diálogo ecuménico y tornarse hacia los pobres... Solo que dejaron eso dormido hasta que ahora el papa Francisco ha vuelto a retomarlo".
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